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John Stossel

El Gobierno retrasa la recuperación

Algunos congresistas ya se están haciendo las preguntas adecuadas. "¿Hasta dónde vamos a llegar? Empezamos con los servicios financieros y pasamos luego a las aseguradoras. ¿Terminaremos con la industria? ¿Y qué hay de las ventas minoristas?".

¿Acaso nos está intentando decir algo la Bolsa? Cada vez que en el secretario del Tesoro, Henry Paulson, aparece en televisión, los precios de las acciones se desploman.

No es algo difícil de entender. Las empresas estarían locas si realizaran inversiones sin conocer lo que podría proponer Paulson o su sucesor de un día para otro. De hecho, si no he perdido la cuenta, Paulson ya va por su tercer plan sobre cómo gastar la montaña de dinero que le dio el Congreso.

Primero iba a comprar los activos "tóxicos" de los bancos. Algunos días más tarde, fijándose en los europeos, decidió que parte de ese dinero debía utilizarse para adquirir acciones de los bancos, estuvieran saneados o no. Dicho de otra manera, el Tesoro, por iniciativa propia, decidía nacionalizar parcialmente los nueve bancos más importantes de Estados Unidos y muchos de los más pequeños. No se les daría voz en el asunto, ya que ello podría estigmatizarlos. El socialismo de alto nivel había llegado a América.

Ahora Paulson rectifica y ya no quiere comprar los activos tóxicos de los bancos. ¿Cómo? ¿En qué han quedado las apocalípticas admoniciones de que a menos que su plan se aprobara, incluso nuestra civilización iba a desmoronarse? ¿Y qué van a hacer con todos esos congresistas que fueron tachados de ignorantes por votar en contra de la primera ley de rescate? Bien, como solía decir Emily Litella en Fiebre del Sábado Noche, "no importa."

Paulson cambió de estrategia porque el plan original no estaba incentivando a los bancos a prestar lo suficiente. "Ahora mismo, nuestra valoración es que la adquisición de activos no es la forma más eficaz de utilizar los fondos", decía Paulson. Así, la semana pasada decidió colocar entre sus objetivos a los consumidores. El mercado de créditos al consumo "sufre enormes presiones y las nuevas emisiones se han paralizado por completo", sostenía Paulson. (Entonces, ¿por qué sigo recibiendo ofertas de tarjetas de crédito en la correspondencia?).

El lunes siguiente, Paulson volvía a desechar esa idea y decía que probablemente no haría nada con el dinero, ya que tenía pensado dejárselo a la administración siguiente. Y a toda esta incertidumbre se suma el hecho de que algunos miembros del Congreso quieren que Paulson reparta aún más de dinero del contribuyente entre los tres grandes fabricantes automovilísticos. Si el Presidente Bush veta ese rescate, dicen que los demócratas simplemente lo sacarán adelante cuando se haya ido. No cabe duda de que todos estos vaivenes sólo contribuyen a retrasar la recuperación.

¿Por qué va un banco a devaluar sus activos dudosos a 50 centavos por dólar cuando Paulson podría pagar 90? ¿Por qué va una empresa a renegociar sus deudas con los acreedores si el Tesoro puede ofrecer un acuerdo más favorable? "Cambiar las normas a mitad del juego ha puesto al mercado de los nervios," decía Art Hogan, estratega jefe de mercados en Jefferies & Co.

Algunos congresistas ya se están haciendo las preguntas adecuadas. "¿Hasta dónde vamos a llegar? Empezamos con los servicios financieros y pasamos luego a las aseguradoras. ¿Terminaremos con la industria? ¿Y qué hay de las ventas minoristas?", preguntaba el representante por Alabama, Spencer Bachus, aspirante republicano al Comité de Servicios Financieros de la Cámara.

La incertidumbre y todas sus consecuencias desastrosas para la recuperación tienen un precedente claro: la Gran Depresión. Los problemas de hoy están lejos de ser los de los años 30, cuando el desempleo alcanzó el 25% y el PIB experimentó una rápida caída. En un aspecto, sin embargo, existen semejanzas: la forma en que la administración Roosevelt generó lo que el historiador económico Robert Higgs llama "régimen de incertidumbre". Higgs escribe:

La economía permaneció en depresión hasta 1940, porque la inversión privada nunca logró recuperarse. La insuficiencia de inversión privada entre 1935 y 1940 fue consecuencia de la enorme incertidumbre entre los inversores acerca de los derechos de propiedad de su capital. Esta incertidumbre se presentó, especial aunque no exclusivamente, a causa de la naturaleza de las decisiones del Gobierno federal y de la administración Roosevelt durante el denominado "Segundo New Deal", entre 1935 y 1940. La predisposición de la clase empresarial para invertir exige un estado de confianza lo bastante saneado que desapareció por completo durante este periodo.

Como de costumbre, las titubeantes "soluciones" burocráticas del Gobierno fomentan problemas que la gente podría abordar libremente si se le permitiera. Seguimos atravesando tiempos difíciles, pero la recuperación se produciría antes si las empresas solucionaran por sí mismas sus propios errores.

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