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José Carlos Rodríguez

Ted Cruz, hispano y conservador

¿Por qué los caballos de batalla de la Administración Obama son la inmigración y la reforma sanitaria?

¿Por qué los caballos de batalla de la Administración Obama son la inmigración y la reforma sanitaria?
EFE

El Partido Republicano está amenazado por dos tenazas. La primera de ellas es la paulatina conversión del votante blanco en una minoría más. La segunda es generacional. En las elecciones de 2012, votaron por Barack Obama el 60 por ciento de los estadounidenses menores de 30 años, por un 37 por ciento que optó por Mitt Romney. La ventaja demócrata llega hasta los 45 años, que es donde el GOP empieza a tener una primacía. Por otro lado, en las mismas elecciones, tres de cada cuatro votantes que dijeron que tenían como principal preocupación al sistema de salud optaron por Obama. Esa preocupación crece con la edad y, más allá del autoritario dictado de la actualidad, creo que crecerá a medida que pase el tiempo.

¿Por qué los caballos de batalla de la Administración Obama son la inmigración y la reforma sanitaria? Porque son también los caballos de Troya en el sistema político estadounidense. Quiere cambiar las bases demográficas del país, y su relación con el Estado federal, para imponer un nuevo ciclo político de largo alcance que asegure una mayoría permanente de su partido. Obama nunca mostró cuáles eran sus intenciones, pero tampoco lo ha escondido y yo lo conté en estas páginas en el año 2008.

Los dos principales candidatos republicanos, Donald Trump y Ted Cruz, han rivalizado en la fiereza de sus políticas anti inmigración, y aquí vencerá quien tenga mayor credibilidad ante sus potenciales rivales. Pero hay otro aspecto al que Cruz, senador por el Estado de Tejas, ha unido su trayectoria política, y en el que tiene ventaja sobre su rival: Obamacare.

Nació en 1970 en Alberta, Canadá, lo que le ha obligado a hacer público su partida de nacimiento, ya que para ser presidente tiene que ser estadounidense desde su nacimiento. Cruz lo es, ya que su padre es un inmigrante cubano y su madre una ciudadana de los Estados Unidos. Las dudas sobre su idoneidad como presidente no vienen de allí, sino de su personalidad. Durante el bachillerato acudió a la Free Market Education Foundation, en Houston, y allí se familiarizó con Bastiat y Friedman, con Ludwig von Mises y Friedrich Hayek. Su paso por la Universidad, primero en Princeton y luego en Harvard, es brillante. Dedicó su tesis a la separación de poderes en la Constitución. Desde entonces ha tenido una carrera política recta como una flecha: asesor legal del congresista Boehner, luego del candidato Bush en 2000, Fiscal del Estado de Tejas, y tras un período de vuelta a la práctica privada del derecho, senador por el Estado de Tejas en 2012. Aquéllas elecciones, recuerdo, fueron muy malas para el partido de Cruz, y él fue una de las pocas buenas noticias.

Entró apoyado por el Tea Party, y su registro de leyes impulsadas por él muestran varias cosas. Primero, que es un legislador prolífico. Y luego, que está en contra de que los drones puedan matar ciudadanos estadounidenses, que quiere dificultad el acceso de los criminales a las armas, que apuesta por una mayor producción de hidrocarburos, o liberar las contribuciones a las campañas electorales, entre otras cosas.

Y acabar con Obamacare. Estuvo hablando 21 horas en el Senado para retrasar la aplicación de la reforma sanitaria del presidente. En última instancia, la ley se aprobó. Y aunque favoreció el "cierre" del gobierno (una suspensión temporal de pagos), capturó la atención de la nación sobre el asunto, y puso los cimientos de la lucha por la presidencia que ahora está librando. Su mujer, Heidi Nelson Cruz, tiene una carrera propia tan importante como la que tenía Hillary Clinton a su edad.

Pero ¿puede evitar que Donald Trump llegue a la convención republicana siendo ya el candidato a perder las elecciones (Trump no puede aspirar a más) frente a Clinton o Bernie Sanders? Se han repartido 1413 delegados, y Cruz tendría que ganar el 80 por ciento de los 1.059 que quedan. No es descabellado. Ya no se reparte el voto anti Trump con Marco Rubio. Sólo queda John Kasich, pero ya han pasado las primarias por su Estado, Ohio, y poco tiene ya que hacer, a no ser que se llegue a Cleveland con una convención abierta. En la mayoría de los Estados que quedan el ganador se lo lleva todo, lo que le obliga a capitalizar todo ese voto en prácticamente cada elección de aquí al 14 de junio, cuando se celebran las primarias del Distrito de Columbia. El stablishment republicano no tiene motivos para tolerar a Cruz, pero menos para hacerlo con Trump. No lo tiene fácil, pero aún está lejos de ser imposible.

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