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José García Domínguez

El chiste de Pablo

En 2016, Pablo Iglesias tenía el asalto al Cielo en la palma de su mano. Hoy tiene un podcast.

En 2016, Pablo Iglesias tenía el asalto al Cielo en la palma de su mano. Hoy tiene un podcast.
El exvicepresidente del Gobierno y exlíder de Podemos, Pablo Iglesias. | Europa Press

Hegel escribió aquello de que la Historia se repite dos veces, a lo que Marx añadiría que la primera como drama y la segunda como farsa. Aunque ni Hegel ni Marx sentenciaron nada sobre cuántas veces se repiten los chistes y en qué se transforman con el uso reiterado. Pablo Iglesias, por ejemplo, acaba de reiterar uno de factura propia que, admitámoslo, tuvo su gracia en 2016, cuando lo explicó por primera vez y Podemos todavía andaba muy lejos de haber degenerado en una pequeña broma más o menos intrascendente. ¿Conocen aquel que dice un tío en un plató que, para empezar a hablar, exige que le entreguen en CNI, RTVE, la Vicepresidencia Primera, los ministerios de Economía, Defensa, Educación, Justicia, Interior y otro inventado, el de Plurinacionalidades?

Bien, pues lo ha vuelto a contar y apenas con algún pequeño cambio menor en el guión. La diferencia, ya se ha dicho, reside en que la primera vez tuvo gracia. Y la tuvo, sobre todo, porque no se trataba de una payasada gratuita. Esta, en cambio, solo da risa, una risa algo amarga por lo demás. Y es que por aquel entonces, en 2016, Pablo Iglesias tenía 71 escaños en la Carrera de San Jerónimo y el asalto final al Cielo en la palma de su mano. Hoy tiene un podcast. Pablo quiere convencerse ahora de que la culpa de todo cabe endosársela a su muy apasionado idilio con las cloacas del periodismo.

Pero el idilio que en verdad acabó con todo fue el otro, el mucho más apasionado aún que decidió emprender con los nacionalistas antiespañoles de cualquier pelaje y condición. Pablo puede seguir contándonos y contándose chistes cada vez más malos, pero lo que no constituye un chiste es que una vez, y no hace tanto tiempo de aquello, tuvo la Moncloa a solo dos millones de votos, únicamente a dos millones de votos. Una oportunidad histórica que bien sabe él que no se volverá a repetir jamás. Y la desperdició del modo más estúpido por abrazarse a una pandilla de sediciosos tronados. Pablo, el chiste eres tú.

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