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José García Domínguez

El secreto de la izquierda que triunfa

Primero los trabajadores, después todo lo demás. No hay otro secreto para entender sus éxitos reiterados en las urnas.

Primero los trabajadores, después todo lo demás. No hay otro secreto para entender sus éxitos reiterados en las urnas.
Pedro Sánchez y Felipe González, durante el acto para conmemorar el 40 aniversario de la victoria electoral de 1982. | EFE

La razón de ser de la izquierda debería consistir en defender a los trabajadores. Y los trabajadores son los que trabajan. Un recordatorio que puede sonar a solemne perogrullada, pero que en los tiempos líquidos que ahora corren conviene tener muy presente. Porque cuando la izquierda dedica sus principales esfuerzos y desvelos a promover los derechos y los intereses de un sinfín de minorías cuyas señas de referencia colectivas tienen muy poca o ninguna relación con el mundo del trabajo, acaba derrotada. La izquierda, en su variante socialdemócrata, obtuvo el domingo pasado una gran victoria electoral en uno de los países más ricos y socialmente cohesionados de Europa, Dinamarca.

Y sería bueno que el resto de la izquierda occidental, en particular la española, se hiciera la sencilla pregunta de por qué en un país con un nivel de vida tan alto, contra lo que indicaría de entrada la intuición, resulta que los socialistas obtienen porcentajes de votación sobresalientes. ¿Qué tienen los socialdemócratas daneses de especial para que logren romper la tendencias dominante en el resto del continente, donde sus teóricos equivalentes alcanzan, y en el mejor y más extraordinario de los casos, victorias pírricas que les fuerzan a establecer coaliciones con partidos muy alejados de su espectro ideológico? Bueno, pues resulta que los socialdemócratas daneses no poseen ningún atributo particular, salvo el de fijar como prioridad primera de su programa de acción política la defensa de los intereses de las personas que trabajan.

Por supuesto, son sensibles y receptivos a las demandas particulares de muchos otros grupos de interés específico ajenos al ámbito del trabajo. Pero su prioridad son siempre los trabajadores. Primero los trabajadores, después todo lo demás. No hay otro secreto para entender sus éxitos reiterados en las urnas. Así, los socialdemócratas daneses se atreven, por ejemplo, a adoptar medidas para contener la inmigración no cualificada procedente del mundo en desarrollo, esa que en todas partes presiona a la baja los salarios de las personas autóctonas más humildes y vulnerables, que aquí no osa proponer ni Vox. Ya lo dijo en su día Raimon: quien pierde los orígenes, pierde la identidad. Y las elecciones.

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