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José García Domínguez

Un final (muy) barcelonés

Cuando Artur Mas fallezca, Artur Mas, en tanto que legítimo heredero del difunto, tomará posesión ante notario de esos dos millones doscientos mil turbios euros escatimados, entre otros, a la financiación autonómica catalana.

A propósito de los dos millones y pico que Artur Mas corrió a esconder en Liechtenstein con tal de ponerlos a salvo de Artur Mas, a la sazón consejero de Hacienda de la Generalidad el día de autos, ha escrito Arcadi Espada que el asunto viene a ser expresión canónica de eso que Gregorio Morán bautizó "un final barcelonés". O sea, otro cambalache tribal que, en sus palabras, podría catalogarse así: "Yo llamo finales barceloneses a cuando una historia acaba rematadamente mal y no pasa nada, con la particularidad de que apenas nadie pregunta nada, nadie alega nada y a las pocas semanas acaba uno por preguntarse si la historia fue real o me la inventé yo como recurso para fastidiar a alguien; una construcción literaria, más o menos".

Como es sabido, gracias a una muy ingeniosa variante del juego de la oca, cuando Artur Mas fallezca, Artur Mas, en tanto que legítimo heredero del difunto, tomará posesión ante notario de esos dos millones doscientos mil turbios euros escatimados, entre otros, a la financiación autonómica catalana. Y todo, sin que ningún representante de la célebre sociedad civil plantee la menor objeción moral, ética o estética a tan peculiar modus operandi, por llamar de alguna forma no querellable a lo suyo. En idéntico orden de perplejidades, repárese también en que ninguno significa justamente eso: ninguno. Pierda, pues, el lector toda esperanza de que, por ejemplo, al machote de Joan Tardà, intrépido Ulises tan dado al alarde de collons cuando se tratade amenazar a Bush, al Papa de Roma o al Borbón, vaya a escapársele ni siquiera una palabra condenatoria sobre el asunto. Nada. Ni un suspiro, ya verán. Calladito como un muerto continuará nuestro Joan, por la cuenta que le trae. A él y a los barandas de las codornices japonesas, se entiende.

Al respecto, no ha constituido sorpresa para nadie que esos gaznápiros de la Esquerra hayan terminado así; por cierto, exactamente como predijo el maestro Pla en tiempos de la República: "De vez en cuando, la gente pregunta: ¿en qué consiste la política de la Esquerra? ¿En qué va a consistir? Pues muy sencillo: va a consistir en tres años de anarquía sindical, de predominio de las ideas de la Asociación de Viajantes y el correspondiente caviar". Al cabo, el único misterio del caso Mas&Mas radica en que Ciudadanos (el PP, ni está ni se le espera) se haya plegado al consabido guión del final barcelonés, obedeciendo la orden de estricto silencio dictada por los padrinos políticos y mediáticos de la Tangentópolis catalana. ¿O no, Albert?

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