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SIN COMPLEJOS. LOS EDITORIALES

Luis del Pino o la fuerza de la razón

Luis del Pino es un gran conocido, casi íntimo, de los lectores de Libertad Digital. Su labor en esta empresa se inició con la investigación, nunca abandonada, de los enigmas que envuelven el 11-M. Es más, si un día llega a saberse la verdad del 11-M, Luis del Pino figurará en la lista de media docena de personas que contribuyeron a que así fuera. En todo caso, hoy, cuando todavía no sabemos quién ordenó la masacre, le debemos el habernos abierto los ojos para ver la oscuridad que envuelve todo el asunto.

Luis del Pino es un gran conocido, casi íntimo, de los lectores de Libertad Digital. Su labor en esta empresa se inició con la investigación, nunca abandonada, de los enigmas que envuelven el 11-M. Es más, si un día llega a saberse la verdad del 11-M, Luis del Pino figurará en la lista de media docena de personas que contribuyeron a que así fuera. En todo caso, hoy, cuando todavía no sabemos quién ordenó la masacre, le debemos el habernos abierto los ojos para ver la oscuridad que envuelve todo el asunto.
Lo que ha hecho y hace Del Pino con el 11-M no es otra cosa que recelar de las apariencias, sospechar del empeño oficial en vendernos una determinada verdad y analizar los hechos con el mejor de los instrumentos de que disponemos, la razón. La cuestión es que, disponiendo todos como disponemos de esa misma herramienta, es un feo hábito de esta época dejar que coja herrumbre en algún rincón del cerebro. Del Pino, en cambio, recurre constantemente a ella, y la emplea con rigor cartesiano y exigencia aristotélica. Sus seguidores, que se cuentan por miles, siguen su ejemplo y le asisten en su blog en sus investigaciones, aportando cada cual sus conocimientos técnicos allí donde son necesarios, o sus razonamientos cuando han creído descubrir un fallo más en la supuesta lógica de la versión oficial del 11-M.

Fue el 11-M, su empeño por descubrir la verdad aplicando la razón al análisis de los hechos, lo que trajo a Luis del Pino a Libertad Digital. Y cuando nació esRadio, esa especie de milagro provocado por la ceguera de los dirigentes de la COPE que accidentalmente se hallaban a su cabeza en 2009, a Luis del Pino se le ofrece la oportunidad de dirigir un programa de análisis político para las primeras horas de las mañanas de los sábados y los domingos. En el prólogo a esta recopilación de los editoriales de ese programa, llamado Sin Complejos, se explican muy bien las razones de estrategia empresarial que condujeron a su alumbramiento. Por un lado, se percibió la existencia de un nicho en las mañanas del fin de semana para un espacio de análisis político liberal-conservador. Por otro, se quería hacer un programa algo más reflexivo de lo que la vorágine de los días laborables permite. Por último, en esRadio siempre hay la voluntad de ir contracorriente, no tanto por gusto de salirse de la foto como porque sus integrantes son conscientes de que los medios de comunicación de masas están cada vez más al servicio del poder político, no de los ciudadanos.

Esto es en definitiva lo que el lector puede encontrar en esta colección de editoriales: análisis político hecho con la razón: nada se da por bueno, todo es sometido a crítica, se formulan preguntas y se buscan respuestas. Por supuesto, todo escrito sin complejos, con visión políticamente incorrecta.

Hasta aquí lo que razonablemente cabría esperar a cualquier lector habitual de los artículos de Luis del Pino. Pero hay más.

Del Pino es políticamente incorrecto no sólo frente al pensamiento único que tratan de imponernos las televisiones generalistas o los periódicos de gran circulación, que comparten mucho más de lo que parece, o los partidos políticos, cuyos programas se parecen tanto que a veces es difícil saber quién ha copiado a quién: en su escritura sin complejos, a veces también se aparta de lo que podríamos denominar la línea editorial de Libertad Digital y esRadio. Es verdad que todos los que escribimos en esta casa lo hacemos con absoluta libertad, pero a Del Pino parece que le gusta más que a otros disfrutar de ella. Así, en "Jubilados sin techo" encontramos un editorial más conservador que liberal que muchos de los economistas que escriben en esta casa dudarían en suscribir. En "En defensa del pañuelo" encontramos casi una apología del hijab para proteger los símbolos religiosos en general, editorial que me consta suscitó acalorados debates dentro de la casa.

Sin embargo, el lector no debe engañarse. Luis del Pino no es un derechista tradicional, más conservador que liberal, ni un meapilas dispuesto a defender el islam con tal de proteger a la Iglesia Católica. Lo que es Luis del Pino es un gran defensor de los derechos individuales. Y eso es lo que está presente en todos los editoriales: la defensa de lo individual, no sólo frente al estado, sino frente a cualquier otra imposición exterior, da igual que sea se trate del empleo de un símbolo de identidad religiosa o del derecho a educar a los hijos en los ideales y en el idioma que los padres elijan. Por eso se siente tan próximo a los movimientos cívicos que, al margen de cualquier ideología, defienden éste o aquel derecho que los poderes públicos o económicos pisotean.

Finalmente, en esta colección de editoriales surge una faceta casi nueva en el Del Pino escritor, analista político y periodista de investigación: el humor. El humor es un arma poderosísima, muchas veces letal, porque puede de forma breve y eficaz desacreditar una política, un argumento o una decisión que, de otro modo, costaría largos discursos y debates arrumbar. No nos engañemos: el humor nada puede contra la política sensata, el argumento racional o la idea una y otra vez contrastada. El humor sólo es eficaz contra la política errática, el argumento falaz y la idea improvisada. Ahora, eso sí, contra éstos es letal, mucho más si se presentan disfrazados de racionalidad y sensatez, porque entonces a la argumentación seria le es mucho más costoso destruir la apariencia, cosa que en cambio el humor puede hacer con apenas una ironía o una metáfora.

Vean un ejemplo sacado de estas mismas páginas. Había propuesto la ministra Aído acabar con el sexismo en los cuentos infantiles con el argumento de que el que padece nuestra sociedad deriva de los roles que se ven obligados a desempeñar niñas y niños, y que serían en parte impuestos por los cuentos infantiles. Se intuye rápidamente que esto es una estupidez, pero en principio parecería que atacar la argumentación con seriedad exigiría desarrollar un discurso de cierta extensión. En cambio, vean cómo lo resuelve Luis del Pino en "El cuentatontos", después de haber expuesto la propuesta de la ministra de Igualdad:
Una cosa es decirlo, y otra muy distinta resolver los problemas de índole práctica. Porque (...), vamos a ver, ¿ustedes darían a leer a sus hijos un cuento titulado "Merlina la encantadora"? ¿U otro que se llamara "La gata con botas"? ¿Y qué me dicen de "Mujeres piratas del Caribe" o "Las tres cerditas"? Será que soy muy mal pensado, pero a mí me suenan a título de película porno.
Con muy poco, una propuesta descabellada queda perfectamente desacreditada, sin réplica posible. Y encima, haciéndonos reír.

Todo esto es Luis del Pino sin complejos, análisis racional, defensa de los derechos individuales sin casarse con nada ni con nadie, y unas gotas de humor. Feliz lectura.


LUIS DEL PINO: SIN COMPLEJOS. LOS EDITORIALES. Vuelapluma (Madrid), 2010, 254 páginas.
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