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Luis Herrero Goldáraz

Utilizar a las víctimas

A diferencia de la mayoría, yo no creo que "utilizar" a las víctimas sea malo o bueno de por sí.

A diferencia de la mayoría, yo no creo que "utilizar" a las víctimas sea malo o bueno de por sí.
Irene Montero | Europa Press

Me dijeron que ocurrió una vez durante una homilía particularmente pesada en un pueblecito pequeño de la provincia de Castellón. De entre la multitud devota y adormecida se levantó un hombre ofuscado y le gritó al sacerdote: "Déjese de sermones, padre, que si le hiciésemos caso se quedaría sin trabajo en el confesionario". Se levantó, muy satisfecho, y, como suelen hacer las personas orgullosas que creen haber encontrado una verdad oculta que nadie más puede ver, se fue de allí dando un portazo sin dar opciones a las réplicas que le quisieran desengañar.

La sabiduría popular hay que saber interpretarla. Y en el razonamiento de ese hombre se ocultaba una evidencia demasiado grande como para ser fácil de ver. A saber: que la necesidad de un pastor no se fundamenta en la capacidad de las ovejas para ser orientadas, sino en su inevitable desorientación crónica, en su condición de animal extraviable por definición.

Ocurre que la labor del pastor no termina cuando el rebaño está a salvo en el redil, le habría contestado posiblemente el cura, de haber tenido opción de hacerlo. Es ahí cuando empieza, realmente. Y habría utilizado los pasajes de la Biblia convenientes para adormecer todavía más a su mansa comunidad.

Yo he pensado en esta anécdota hoy igual que me he acordado de ella muchas otras veces. En concreto, cada vez que un político suelta aquella mítica frase acerca de lo intolerable que es la utilización política de las víctimas de cualquier injusticia. "¿Para qué están ustedes si no es para eso?", me sale replicarles en silencio, todas las veces. "¿Para qué sirve la política si no es para dar voz a las víctimas y utilizar sus ejemplos en la redacción de la ley que deberá protegerlas después?".

Es algo que me pasa sin querer, no lo puedo evitar. Escuchar tales cosas en el Parlamento se me antoja como escuchar a un sacerdote decir desde el púlpito que no está en su mano impartir lecciones de moral. Un sinsentido que va en contra de su propia razón de ser, creo yo. Y algo que explica, también, por qué cada vez que uno de ellos utiliza esa muletilla para echársela en cara al representante de otro color lo que termina haciendo al final es apropiarse de la víctima él.

Tampoco voy a decir que no entiendo por qué pasan esta cosas. Sé que suena muy convincente querer proteger a los débiles. Y que protegerlos de ser utilizados suena todavía mejor. Lo que pasa es que, a diferencia de la mayoría, tampoco creo que la palabra utilizar sea buena o mala de por sí.

Es por eso que la dichosa frasecita, enunciada esta vez por Irene Montero para responder las exigencias de la oposición, que pedía que condenase el crimen de la pequeña Olivia de la misma manera en que lo hubiese hecho si su asesino, en vez de su madre, hubiese sido su padre, me ha dejado pensando un buen rato. ¿Quién utiliza peor a las víctimas? me ha surgido al final. ¿Quién es peor político, el que aprovecha las desgracias ajenas para poner en evidencia la hipocresía del legislador o ese mismo legislador, tan hipócrita, que sólo quiere utilizar a las víctimas que le dan la razón?

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