Menú
Marcel Gascón Barberá

Una respuesta adecuada a las calumnias contra Vox

El PP no ha cedido al chantaje, ha hecho lo correcto y en Castilla y León tenemos un Gobierno con las prioridades correctas.

El PP no ha cedido al chantaje, ha hecho lo correcto y en Castilla y León tenemos un Gobierno con las prioridades correctas.
Fernández Mañueco y García Gallardo, tras el pleno de constitución del Parlamento regional. | EFE

Lo que desde hace ya un par de años viene conociéndose como Twitter Facha (del que creo que puedo considerarme parte) andaba este jueves revuelto por la actitud de los procuradores de izquierda que le negaron el saludo al nuevo presidente de las Cortes de Castilla y León. El pecado del buen hombre no era otro que su filiación política: Carlos Pollán es de Vox.

El acto de mala educación de quienes llevan años votando a favor de los apologetas de ETA y sus socios criminosos en el flanco occidental de la frontera con Francia no puede sorprender a nadie a estas alturas, y haríamos bien en no gastar mucha energía denunciándolo. Lo importante aquí es que el PP no ha cedido esta vez al chantaje, que ha hecho lo correcto y en Castilla y León tenemos un Gobierno con las prioridades correctas.

Cada vez más pobre, menos libre y más aislada, España vive un momento dramático que exige que aparquemos los reproches y nos centremos en lo importante. No vale la pena perder el tiempo en lamentar la pusilanimidad desesperante que ha mostrado a veces el PP. Es más fértil trabajar en convencer a la nueva dirección del partido de que haga lo que de ella esperan la inmensa mayoría de sus votantes. En ayudar a sus dirigentes a rectificar errores pasados, aunque sólo sea por la vía de los hechos, y dedicarnos exclusivamente a sumar a cuantos más mejor a la empresa indispensable y urgente del cambio.

Para ello es fundamental identificar qué esfuerzos pueden dar resultados y cuáles no. Pedir sentido común y probidad moral a este PSOE está, qué duda cabe, entre los segundos. Una batalla que sí hay que dar es la de convencer al Partido Popular Europeo (PPE) de que Vox no es la amenaza a la libertad, la democracia y la prosperidad de España que pinta el malogrado Casado, sino un elemento clave para su defensa. A priori, no debería ser una tarea difícil.

Para empezar, podría enseñárseles el acuerdo de gobierno firmado por el PP y Vox en Castilla y León. Estos son los principales compromisos de los dos partidos:

– "Pleno respeto al orden constitucional y [para quienes descalifican por antiautonómico a Vox] al Estatuto de Autonomía de Castilla y León".

– "Igualdad ante la ley de todos los ciudadanos de Castilla y León", con mención especial a la "igualdad social", "laboral" y "de oportunidades" y [redundancia para desarmar a malintencionados] a la "igualdad entre hombres y mujeres".

– "Promover la solidaridad entre todas las Comunidades Autónomas" y [el famoso principio de subsidiariedad europeo] "fortalecer el papel de las Provincias y Municipios".

– "Reivindicar nuestra historia común" como "elemento integrador para la reconciliación" entre españoles,

Defender "nuestros intereses en el marco de la Unión Europea".

– Hacer políticas que promuevan "el crecimiento económico y la creación de empleo", los servicios públicos y las infraestructuras de calidad, la natalidad y la reducción del gasto público superfluo.

Podría ser perfectamente una carta de la Comisión Europea con recomendaciones a cualquier país miembro, y esto es lo que tiene que explicar el PP en Bruselas. Si no lo hace y sigue insistiendo en hacer ascos a un Gobierno nacional con Vox, los nuevos líderes del partido corren el riesgo de acabar como Pablo Casado: aplaudido en El País y La Sexta y repudiado por sus propios militantes y votantes.

Por el peso que ha tenido en los últimos años en la UE, aquí tiene un papel importante González Pons. Sus nuevas responsabilidades en el PP nacional le dan una oportunidad de salirse del terreno –minado por la izquierda– de las etiquetas y empezar a caminar con paso firme por el de las acciones los hechos y los programas.

Si lo hace, González Pons no encontrará ningún problema en explicarle a Donald Tusk y a los demás dirigentes del centro-derecha en Europa que el concurso con Vox en el próximo Gobierno de España es crucial para devolver a nuestro país a la senda del atlantismo, que con tanto acierto y entusiasmo ha defendido repetidamente el propio Pons en el Parlamento Europeo.

Vox no es ningún peligro para los extranjeros, las mujeres y los homosexuales. Su posiciones en lo que la izquierda ha convertido en colectivos aparte que no deberían serlo son legítimas, en tanto que sólo implican un mayor control de las fronteras y la oposición a la discriminación positiva, además de la preferencia al adoptar de las parejas heterosexuales sobre las homosexuales, a las que si Vox se saliera con la suya dejaría de llamárseles matrimonio.

Son, por supuesto, posturas discutibles, pero no incompatibles con los valores positivos que desde su fundación han definido a la Unión Europea. Bien al contrario, la colaboración entre el PP y Vox es la mejor garantía para la consolidación de estos valores, que sí se enfrentan a una grave amenaza en España. La que viene de un PSOE sin brújula moral que empobrece a España con políticas hostiles a la propiedad privada y al mercado, mientras la aleja de la comunidad de naciones democráticas de la mano de sus socios conspiranoicos post-bolivarianos anti-OTAN de Podemos.

Temas

En España

    0
    comentarios