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Miguel del Pino

¿Era ésta la emergencia climática que proclamó el presidente del Gobierno?

No es momento de cebarse en la crítica contra las autoridades con base en la gigantesca nevada pero nunca están de más las curas de humildad.

No es momento de cebarse en la crítica contra las autoridades con base en la gigantesca nevada pero nunca están de más las curas de humildad.
Manifestación contra el cambio climático | EFE

Sobre todo, cuando éstas se recomienden a los soberbios patológicos. Recordemos pues que habíamos comenzado 2020 con la declaración de “Alerta ambiental” para España por parte del Presidente del Gobierno. 

Pero aclaremos de inmediato que no se trataba de un alarde de clarividencia “Rappeliana”, sino de todo lo contrario, ya que la supuesta “alarma ambiental” se refería al llamado “cambio climático”, es decir, al peligro inminente de calentamiento al que no sólo España, sino la totalidad del Planeta está supuestamente abocada por culpa del desarrollo. 

Quienes opinamos que las teorías políticamente correctas sobre el supuesto calentamiento global que amenaza con toda clase de catástrofes, no son más que una simplificación interesada de algo muchísimo más complejo que los datos de los modelos de ordenador, no hacemos más que afianzarnos en nuestras dudas cuando el clima se sale de lo dictaminado por los augures del progresismo. 

Imaginemos un ciclo de varios años que se pueda estar iniciando con “Filomena” y otras sucesoras heladoras como ella si las hubiera en un futuro inmediato, ¿se tambalearía entonces la hipótesis del calentamiento global? No lo piensen: el poder mediático de los implicados en el mantenimiento del mito sería más fuerte que la realidad, por tozuda que ésta fuera. 

Sé lo que responden a argumentos como los que estoy empleando los fanáticos del calentamiento: “Precisamente estas oleadas de frío también vienen provocadas por el cambio climático, igual que los tsunamis, los huracanes y todos los males del averno que puedan volcarse sobre la delicada epidermis  de nuestro planeta”. Esto supone jugar a la lotería comprando todos los números y ni es válido científicamente, ni resiste al análisis del sentido común. 

Verdaderamente no es desafortunado comparar la lotería con “Filomena”, ya que para que se haya producido la mayor  nevada sobre la Península desde que hay registros, aunque no haga tantas décadas en que se producían fenómenos remotamente comparables, ha sido precisa la conjunción de una serie de circunstancias verdaderamente improbables de manera simultánea. 

Si tomamos el fenómeno “Filomena” y las gigantescas nevadas que la acompañan como un argumento para rebatir el “cambio climático”, seríamos tan imprudentes como quienes pretenden afianzar sus tesis catastrofistas en la sucesión de varios veranos muy calurosos. Los ciclos de la naturaleza son tan largos como debería ser la prudencia de los vehementes “opinólogos”. 

¿Es lícito seguir contaminando si rebatimos el “cambio climático”? 

En modo alguno: frenar la contaminación antropógena de nuestro planeta debe ser una de las mayores prioridades para nuestros políticos, pero por favor, no se basen para ella en las manidas tesis del calentamiento global que, contra lo que quieren imponernos nunca han gozado del consenso científico, sólo del de unos determinados grupos muy relacionados con la economía de los combustibles. Además, la Ciencia no funciona por consenso, sino por demostración de tesis y la del calentamiento global nunca se ha demostrado. 

En los últimos años se están incorporando nuevas opiniones al debate de la contaminación, entre ellas algunas que se refieren a la importancia de evitarla como garantía para la salud y la propia vida de las personas. Parece mentira, pero este argumento de especial relevancia viene siendo olvidado en función de la adoración a la teoría del calentamiento. Influya o no la quema de combustibles fósiles en los ciclos del clima global, sólo por la necesidad de preservar nuestra salud habría que detener la contaminación por todos los medios a nuestro alcance. 

Muchas enfermedades humanas, sobre todo las que caracterizan la vida en ambientes urbanos muy poblados y gravemente contaminados están influidas por dicha contaminación: conviene no olvidar la mortalidad masiva y simultánea de los pájaros que poblaban México D.F. antes de que fuera preceptiva la instalación de filtros en sus chimeneas fabriles. Parece que no fue suficiente aviso para la imprudencia humana. 

En definitiva, “Filomena” y su bofetada a los fanáticos del Cambio Global no debe ser interpretada como la gran prueba a la hora de refutar esta teoría sino como una llamada a la humildad, que siempre ha caracterizado a los científicos pero que por el contrario suele desbordar a los demagogos. Hay que seguir investigando sobre nuevas fuentes energéticas, recurriendo a los combustibles fósiles, mientras duren, cuando sea estrictamente necesario. 

En cuanto al Presidente del Gobierno español es elemental pedirle una reflexión sobre todas y cada una de las circunstancias que afectan a nuestro recibo de electricidad en este comienzo de año, reflexión que debería conducir al estudio, por parte de los expertos, de la idoneidad o no de cada uno de los factores que integran la suma total, con las respectivas incidencias en la misma de subvenciones, prohibiciones y caducidades. 

¿Volvería hoy, en medio de quitanieves y salmueras, y con un ejemplar ejército saliendo por enésima vez en nuestra ayuda, a proclamar la “Emergencia climática por el Calentamiento Global? 

 Afortunadamente Greta Thumberg ya ha alcanzado la mayoría de edad, así que al menos sus mentores ya no tienen una niña a quien manipular. Le deseo muy sinceramente que, tras seguir sus estudios, se convierta en una eminente científica y entonces podremos valorar sus opiniones. 

 En cualquier caso, Feliz “año de la vacuna”.

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