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Miguel del Pino

La supuesta liberación de la fauna del circo

La enseñanza mediante torturas sería imposible y es simplemente una calumnia contra los criadores y cuidadores.

La enseñanza mediante torturas sería imposible y es simplemente una calumnia contra los criadores y cuidadores.
Elefante de un circo. | Archivo

Después de la prohibición de que los animales trabajen en el Circo promulgada muy recientemente por la Comunidad de Madrid, que se une así a lo legislado en este sentido por las de Cataluña, Baleares, Galicia, Murcia y La Rioja, parece que se establecerá una moratoria de un año para la reconversión del espectáculo y la salvación de la vida de los animales.

Tal reconversión parece imparable en España, aunque otros países europeos como Alemania, Francia e Italia siguen permitiendo la presencia de animales en la pista. En nuestro país, igual que en México y algunos estados sudamericanos, la persecución sufrida por los circos por parte del animalismo ha sido tan grande que, como consecuencia de su supuesta protección, ha habido que matar cientos de animales domesticados: ya saben nuestros lectores que procuro evitar el eufemismo "sacrificar".

¿Son realmente animales salvajes?

Un amable oyente de nuestro programa Jungla de asfalto nos hizo reflexionar en este sentido cuando llamó asombrado al haber tenido noticia por la prensa de la prohibición de trabajar con "animales salvajes"; se preguntaba cómo iban a ser salvajes unos animales nacidos generaciones y generaciones en cautividad y cuya ascendencia genética con sus antecesores silvestres se remonta a lo secular. Es lógico admitir que tenía mucha razón.

Todo intento de defensa del circo clásico, con animales, genera una agresividad en los animalistas especialmente virulenta: los domadores de felinos o de otras supuestas fieras de la pista son acusados de torturadores y de conseguir sus resultados mediante toda clase de castigos y de provocación de sufrimientos a sus animales. Mentiras que, por tantas veces repetidas, resultan complicadas de refutar.

Pero todos aquéllos que trabajan con felinos saben muy bien que el menor estímulo negativo que sufra un cachorro de león, tigre o felinos manchados, lo convierte en indomesticable. En los zoológicos se trata de evitar que estos animales, sobre todo en su periodo infantil y juvenil, sean tratados con inyecciones, por lo que la terapia, cuando la necesitan, tiende a aplicarse por vía oral. La enseñanza mediante torturas sería imposible y es simplemente una calumnia contra los criadores y cuidadores.

El mundo del circo es muy duro y generalmente está caracterizado por las penalidades económicas; personas y animales suelen sufrir penurias con mucha frecuencia, y las campañas de demolición de su actividad no hacen sino aumentarlas. Parece que la tendencia de los activistas anti-circenses del momento actual es mandar al paro a los artistas humanos y al matadero a los animales: realmente hay cariños que matan.

El camino hacia el futuro

Dicho lo anterior es inevitable admitir que el Circo como espectáculo está en plena evolución y que muchas especies animales no pueden tener cabida en el mismo, bien por su situación como especies protegidas o en peligro, o bien por la dificultad de que puedan tener en el ambiente circense el mínimo de espacio vital y posibilidad de mantener la actividad imprescindible para su salud.

Muchos Colegios de Veterinarios de España y de Europa respaldan la salida de los animales de los circos por "ser imposible mantener de forma correcta o satisfacer las necesidades de un animal silvestre en una cautividad en itinerancia". No hay duda de que en general esto es cierto, así como el peligro que puede suponer para la seguridad y la sanidad un animal deficientemente alojado o atendido.

De manera que es necesario rendirse a la evidencia y reconocer que muchos animales han salido ya de las pistas con plena justificación; los primeros fueron los primates y hace años que los chimpancés dejaron de ocupar su papel cómico, trasunto caricaturesco de nuestra especie que tanta hilaridad ha causado a quienes ante un mono disfrazado creen verse a sí mismos en un espejo deformante.

Los elefantes son los siguientes aspirantes a la reconversión; son demasiado voluminosos para que se les pueda ofrecer alojamiento y ejercicio suficientes en las carpas en las que se suelen mover de manera oscilante, desarrollando frecuentemente gestos nerviosos repetitivos; existen suficientes ejemplos del éxito que se ha obtenido al trasladar a reservas a algunos viejos proboscídeos artistas, y seguramente del alivio que ha supuesto para sus propietarios descargar la factura causada por su inagotable apetito.

Los felinos se han mantenido más tiempo en la polémica pero parece que su jubilación es inminente; el Circo evoluciona hacia formas de expresión muy bellas, acrobáticas, gimnásticas y próximas al ballet, y en este mundo no tienen cabida los fingidos rugidos y zarpazos de unos animales tan imponentes como bien domesticados.

De todas formas no olvidemos que la historia de los circos está llena de accidentes sufridos por domadores de felinos y otras carnívoros, como los osos, peligrosos por inexpresivos al iniciar su conducta de ataque; el trabajo de los domadores siempre ha sido arriesgado aunque por lo general hayan llegado a un trato muy familiar con sus animales.

¿Qué hacemos con las fieras jubiladas?

Para evitar tener que acabar con la vida de los animales del Circo, jubilados por la legislación, es necesario el fomento de instalaciones de acogida, y parece que ya empiezan a existir organizaciones para desarrollarlas. Los proteccionistas reconocen que todavía no hay sitios para llevarlos inmediatamente.

Estas instalaciones deberán estar suficientemente dotadas como para permitir la rehabilitación de los animales que lleven mucho tiempo en espacios reducidos o insuficientemente alimentados, lo que requerirá dinero y mucho entusiasmo. Los animales que tanto han hecho disfrutar a los espectadores de la pista bien merecen estos esfuerzos, todo menos terminar siendo "protegidos" con la muerte, como ocurrió a los caballos artistas delos circos mexicanos.

Y todo ello sin bases fundamentalistas que nos quieran hacer considerar a cualquier animal como algo intocable e invisible en el paraíso urbanita, dominado por el vídeo y las consolas. ¿Recuerdan cuando se prohibió el desfile de las ocas en la cabalgata de Reyes de Madrid, o que Sus Majestades de Oriente cabalgaran sobre dromedarios?

Para terminar no olvidemos algo especialmente importante: la ayuda para la reconversión laboral de los artistas humanos a los que se privará de sus animales, domesticados, que no salvajes. No son delincuentes, sino trabajadores llenos de dignidad y revestidos de la virtud de haber trabajado toda su vida en condiciones precarias.

Reflexionando en suma sobre los aspectos positivos y negativos de un espectáculo que ha derramado tanta alegría, especialmente entre el mundo infantil, recordemos lo que escribió allá por los años sesenta el insigne periodista Alfredo Marqueríe y que figuraba con todos los honores en el vestíbulo del viejo teatro Circo de Price de Madrid: "Aquél que más noche de circo tenga en su haber es el que primero entra en el reino de los Cielos".

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