Menú
Miguel del Pino

Satélites contra la especulación

Es el supuesto “consenso” entre científicos lo que ha hecho dogma del cambio climático, cuando ni este argumento sería válido, ni siquiera es cierto

El domingo 31 de Marzo el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático nos obsequiaba con una nueva vesión de su informe sobre la evolución del clima, esta vez se trata de un resumen para gobernantes, mientras sus grupos de trabajo preparan su quinto informe completo.

Una vez más, ante las profecías catastrofistas que vienen conteniendo estos informes, la polémica está servida y lo seguirá estando mientras los ponentes, por alto que sea su prestigio, no se limiten a utilizar en sus cálculos estrictamente el método científico.

La eterna polémica

La presentación del nuevo informe ha tenido lugar en Japón y su contenido es como siempre inquietante: más inundaciones, incendios forestales, olas de frío o sequías pavorosas. En definitiva más de lo mismo de siempre y una opinión pública cada vez más escéptica y menos receptiva a estos mensajes.

Todo en relación con el clima y su futuro se hace cada vez más oscuro, polémico y confuso. Parece que nuestro planeta y el hombre se han enfrentado en una lucha por la mala conducta de nuestra especie y que las consecuencias de la sociedad industrial están ya empezando a cobrarse su factura.

Pero las verdades científicas no se declaran "por consenso", ni tampoco unas elecciones se ganan con el método científico. Es el supuesto "consenso" entre científicos lo que ha hecho dogma del cambio climático, cuando ni este argumento sería válido, ni siquiera es cierto que se haya producido tal consenso universal, como hace ya años demostraba Jorge Alcalde en su genial libro titulado Las mentiras del cambio climático.

Es una lástima que el desafortunado enfoque que se ha venido dando a la muy necesaria lucha contra la contaminación de nuestro planeta, y que la labor de los "apóstoles inconsecuentes", como el famoso Al Gore, hayan enturbiado un problema de extraordinaria importancia. Por supuesto que es necesario disminuir las emisiones de gases contaminantes y limpiar nuestro planeta de toda clase de restos de nuestras actividades industriales.

Centinelas en la atmósfera

No es suficiente con los modelos de ordenador. Para poder luchar contra la contaminación y para determinar qué tipo de medidas y qué presupuestos son necesarios para que el futuro sea realmente verde, es necesaria, ahora más que nunca, la investigación científica, y la tecnología nos va proporcionando poco a poco los medios necesarios para que la potenciemos.

La misma semana en que el IPCC presenta el informe al que aludimos, la Agencia Espacial Europea (ESA) ha puesto en marcha su programa de observación de nuestro planeta presentado con el nombre de Copérnico. Se trata de la experiencia más ambiciosa en este sentido y consiste en una red de monitorización ambiental formada por un enjambre de satélites que, de forma permanente, obtendrán datos de todos los cambios que se registren en los mares, los hielos polares, los bosques o la atmósfera.

Sustituir los modelos de ordenador por observaciones directas y fidedignas supone un paso de gran importancia para que la Ciencia vaya reemplazando a la especulación. Seguramente los datos serán mucho menos espectaculares, pero también más objetivos y creíbles.

El control de las catástrofes naturales va a estar a partir de ahora más asequible. Éste es uno de los principales objetivos de tan compleja misión. Detectar desde su comienzo vertidos de petróleo, incendios, inundaciones o terremotos va a ser pronto algo más sencillo que hasta ahora, y cualquier mejora por pequeña que sea merece la pena y puede conllevar la salvación de multitud de vidas humanas.

El primer vigilante de esta red de satélites, Sentinel-1A, fue lanzado con éxito en la noche del jueves 3 desde el Puerto Espacial Europeo de Kurú, en la Guayana francesa. Ya emite sus señales y trabajará desde una órbita polar a una altura de 700 kilómetros. A finales de julio se espera que funcione a pleno rendimiento.

A finales de 2015 se lanzará el segundo Sentinel, el 1B, que operará en la misma órbita con 180 grados de separación, de manera que complementará la información del primero. Cinco misiones, hasta el año 2020, irán completando este proyecto que será el núcleo del programa Copérnico, totalmente financiado por la Unión Europea por un importe 3.600 millones de euros. Hay que aclarar que se trata de una primera generación de satélites que abrirá al paso a la gran red de observación planetaria del futuro.

Cada doce días, Sentinel 1A será capaz de realizar un mapa completo de nuestro planeta, y así durante los siete años que permanecerá operativo. Cuando sus hermanos complementarios estén funcionando conjuntamente, ningún cambio leve o catastrófico que se produzca en océanos y continentes pasará inadvertido para los científicos.

Las discusiones y las polémicas sobre el llamado Cambio Climático están llamadas a desaparecer cuando la Ciencia nos facilite datos fidedignos que vayan sustituyendo a las especulaciones. Algunos tajantes catastrofistas tendrán que reconocer que carecían de base para emitir sus pronósticos, pero también pueden ir apareciendo mediciones que urgirán a la toma de medidas correctoras inmediatas. Algunas de estas amenazas serán sin duda muy preocupantes, pero al menos sabremos calibrar la necesidad de adoptar medidas correctoras y de financiarlas.

Hasta que esto ocurra extrememos la adopción del principio de precaución y no maltratemos nuestro planeta.

Imagen: Lanzamiento del Sentinel 1A | ESA–S. Corvaja, 2014

Temas

En Tecnociencia

    0
    comentarios