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Pablo Molina

A vueltas con la muerte de Arafat

La ciencia determina que no hay motivos para creer que el líder palestino fuera asesinado.

La ciencia determina que no hay motivos para creer que el líder palestino fuera asesinado.

La posibilidad de que Yaser Arafat fuera asesinado por envenenamiento volvió a cobrar resonancia recientemente con los hallazgos de un instituto científico suizo en sus restos mortales. La viuda del rais, Suha, llegó a interponer en Francia –país del que es ciudadana– una denuncia para que se esclarecieran las circunstancias de la muerte de su marido y se buscara a los responsables en caso de demostrarse la comisión de un crimen.

El líder palestino cayó enfermo el 10 de octubre de 2004 después de una comida celebrada en su cuartel general de Ramala, la Mukata, en aquellos momentos sitiado por las fuerzas del Ejército israelí en respuesta a la oleada de atentados suicidas alentada por aquél con sus llamamientos a la intifada. En un primer momento los médicos le diagnosticaron gripe, pero el agravamiento de su estado obligó a su traslado a un hospital militar de París. Los galenos franceses le sometieron a un completo análisis toxicológico, que resultó negativo. Días más tarde murió, a la edad de 75 años. Causa del fallecimiento: derrame cerebral e infección intestinal.

Siete años después, la cadena catarí Al Yazira pidió permiso a la viuda para acceder a su expediente médico con el fin de elaborar un reportaje de investigación sobre la muerte de quien había liderado durante décadas al pueblo palestino. Junto a los archivos médicos, Suha Arafat facilitó a los productores de la cadena una bolsa de deporte con ropas usadas por el rais antes de caer enfermo. Y aquí es cuando comienza el culebrón sobre el presunto asesinato.

Los documentos y las pertenencias de Arafat fueron enviados a la Universidad de Lausana (Suiza), donde se analizaron los restos de orina y sangre presentes en la ropa. Se encontró una alta concentración de polonio radiactivo, lo que llevó a la viuda a solicitar la exhumación del cadáver para un estudio más completo. Paralelamente, Suha interpuso una demanda criminal en un tribunal de Nanterre por asesinato.

Arafat había muerto en Francia, circunstancia que, junto a la petición de la viuda, de nacionalidad francesa, y los resultados de los análisis de la Universidad de Lausana llevó a la Justicia gala a iniciar una investigación formal.

Las muestras recogidas en la exhumación del cadáver fueron enviadas a Suiza, así como a Francia y Rusia, para su análisis exhaustivo por instituciones especializadas en medicina forense.

El equipo suizo confirmó la presencia de polonio 210 en los restos analizados, si bien en su informe dijo que no podía asegurar categóricamente que la presencia de ese elemento fuera la causa de la muerte del rais. Tampoco el informe realizado por los científicos rusos acredita el envenenamiento por polonio como causa del fallecimiento: se limita a reseñar que los resultados no habían sido "concluyentes".

Ahora, los investigadores forenses designados por la Justicia francesa abundan en la misma tesis al afirmar: "Los análisis no nos permiten afirmar que Arafat muriera por un envenenamiento con polonio", sostienen, según una filtración hecha pública por Al Yazira esta misma semana, en la que se afirma que aquéllos consideran que el líder palestino murió por causas naturales.

La clave de todo este embrollo en torno a la presencia de elementos radiactivos en los restos de Arafat estriba en la imposibilidad de determinar la manera en que esa sustancia venenosa llegó a las muestras recogidas en la exhumación. La propia viuda explicaba esta semana en rueda de prensa los motivos de esta ambigüedad analítica:

Los suizos creen que el cuerpo fue envenenado y que eso contaminó los objetos analizados. En cambio, los franceses opinan lo contrario, que el entorno estaba contaminado y que eso explica el hallazgo de trazas de polonio en los restos de Arafat.

Naturalmente, Suha se decanta por la tesis de la Universidad de Lausana, a pesar de que tampoco afirma categóricamente que Arafat muriera asesinado por envenenamiento.

Salvo que aparezcan pruebas irrefutables que demuestren lo contrario, algo improbable dado que los análisis se han practicado sobre muestras de los restos de Arafat y sus pertenencias más íntimas, la ciencia determina que no hay motivos para creer que el líder palestino fuera asesinado. Los líderes de la Autoridad Palestina, salvo algún exabrupto para acusar a los judíos de matarlo "como ya hicieron con el Profeta [Mahoma]", también parecen haberlo entendido así, a tenor de la escasa atención que están prestando a las maniobras judiciales de la viuda del rais, cuya trayectoria no le ha hecho acreedora precisamente del afecto mayoritario del pueblo palestino.

© elmed.io

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