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Los toros son de derechas (y a mucha honra)

La izquierda ha renunciado a la Fiesta Nacional, pero ese es su problema. Lo del ministro antitaurino solo servirá para que ir a los toros se convierta en un acto revolucionario.

La izquierda ha renunciado a la Fiesta Nacional, pero ese es su problema. Lo del ministro antitaurino solo servirá para que ir a los toros se convierta en un acto revolucionario.
Un día de toros desde dentro: de la capilla al triunfo. | David Alonso Rincón

La Fiesta Nacional nunca estuvo vinculada a una ideología política concreta, ni siquiera en el franquismo. No será necesario recordar a este respecto la inacabable nómina de artistas e intelectuales izquierdistas partidarios de los toros para admitir que, en efecto, antes se podía ser socialista o comunista y aficionado taurino. Incluso durante el franquismo, la afición a la fiesta de los toros tenía un carácter transversal en el que confluían todas las sensibilidades ideológicas, incluso entre los toreros. A este respecto es muy conocida aquella anécdota de Franco, cuando preguntó a Luis Miguel Dominguín cuál de los tres hermanos era el comunista. "Los tres, Excelencia, los tres", respondió el torero y ahí no hubo nada.

Pero todo eso ha cambiado. Hoy, la izquierda ha abjurado de los toros, como le ocurre también con la bandera o el himno nacional. Nos referimos a la izquierda española, porque en Francia, los alcaldes comunistas de las localidades con tradición taurina asisten puntualmente a los toros a disfrutar de un espectáculo grandioso, como cualquier otro aficionado. En ese país vecino, a un diputado de extrema izquierda se le ocurrió llevar a la Asamblea Francesa en 2022 una proposición de ley para abolir la fiesta de los toros en Francia. Esos días se celebraba la feria taurina en la localidad de Arles, de gran repercusión internacional. Pues bien, la plaza se llenó a reventar y, antes de comenzar el festejo, la banda de música interpretó el himno nacional español y La Marsellesa, para que no quedaran dudas de que, al menos en esa ciudad, los ciudadanos no iban a dejarse arrebatar la libertad de ir a los toros cuando lo estimaran conveniente. Pocos días y más de 500 enmiendas después, el botarate ultraizquierdista que propuso acabar con los toros en Francia retiró el texto. Él solico, sin que fuera necesario hacer nada más.

La izquierda española odia a los toros porque son un símbolo nacional. Lo mismo le ocurre con la bandera o el himno de España, los otros emblemas más odiados por los izquierdistas porque ellos han venido a la política, precisamente, a acabar con la idea de Nación que representan esos símbolos. Sin embargo, si los zurdos fueran consecuentes con su ideología serían los primeros en defenderla por su carácter revolucionario respecto al viejo régimen, donde los nobles lanceaban a los toros a caballo y los siervos se limitaban a auxiliar y servir pie a tierra a sus señores. Con la llegada del toreo a pie, a mediados del Siglo XVIII, son los representantes del pueblo llano los que protagonizan la fiesta en detrimento de los caballeros, que, desde entonces, quedan relegados a un papel auxiliar.

Pero no pidamos a nuestros perroflautas ese esfuerzo mental. Sobre todo ahora, que han trincado el ministerio que ejerce las competencias taurinas y han decidido eliminar el Premio Nacional de la Tauromaquia porque, a su juicio, la sociedad española rechaza los toros de forma mayoritaria. Hombre, mucho más mayoritariamente rechaza la inmundicia ideológica que todos ellos representan (solo hay que ver los porcentajes de voto de Sumar, Podemos o el Pacma) y nadie habla de abolir sus partidos políticos. Porque el primer deber de una democracia es proteger a las minorías. Lo contrario nos lleva a otro régimen, casualmente al que todos ellos quieren traer con ayuda de Sánchez.

Siempre es un mal momento para ser socialista, pero ser de izquierdas y taurino ahora es el colmo de la desgracia personal. Sin embargo, los empeños liberticidas de la izquierda gobernante abren una ventana para que los alcaldes y presidentes autonómicos socialistas fomenten de manera especial sus ferias taurinas, un medio fabuloso para desvincularse del sanchismo y su toxicidad.

Mientras tanto, los toros en España seguirán siendo de derechas. La izquierda ha renunciado a la Fiesta Nacional, pero ese es su problema. Lo del ministro antitaurino solo servirá para que ir a los toros se convierta en un acto revolucionario, que es lo que más le gusta a la juventud. Las cifras de asistencia de los jóvenes a las plazas de toros esta temporada, pierdan los rojos toda esperanza, lo atestiguarán.

Pasarán cien años, el comunismo será depositado en el vertedero de la Historia y el nieto de Morante seguirá emocionando al público taurino, como hace hoy su abuelo para desgracia de todos los que quieren acabar inútilmente con los toros abusando del boletín oficial.

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