El califa Bagdadi y los 30.000 terroristas que le acompañan en sus feudos de Siria e Irak están preparados para resistir los ataques de la aviación aliada. Incluso los de las Fuerzas Aéreas de Rusia, que cuando tienen un hueco en sus bombardeos a los rebeldes sirios también dejan caer algún misil en los campos de entrenamiento del califato.
Los terroristas del grupo responsable de la masacre de París son hombres curtidos, dispuestos a resistir un duro castigo aéreo durante el tiempo que haga falta, mientras el flujo de petrodólares y jóvenes europeas dispuestas a servirles de esclavas sexuales siga a los niveles actuales. Lo que no esperaban es el mazazo que Mariano Rajoy les recetó ayer desde los salones del Ministerio del Interior.
Los terroristas de Bagdadi tienen una presencia muy activa en las redes sociales y están al tanto de todas las noticias que tienen que ver con su negociado. Es por tanto seguro que han seguido atentamente las circunstancias de la firma del acuerdo antiyihadista en España por parte de organizaciones tan temibles como el Partido Aragonés o la Unió de Durán y Lérida. Hasta el momento no ha habido una reacción visible en el entramado mediático del Estado Islámico, pero la imagen de la reunión, con un podemita en funciones de observador para garantizar la limpieza del proceso, ha debido de hacerles mucha pupa.
La proximidad de las elecciones generales había esterilizado cualquier posibilidad de que España ejerciera las responsabilidades que le corresponden en la escena internacional. Sin embargo, en un giro espectacular de los acontecimientos, Rajoy puede ofrecer hoy a Occidente esta ampliación del pacto antiyihadista a los partidos minoritarios, la respuesta más contundente de que es capaz nuestro país para acabar con la amenaza del Estado Islámico. Disfrutad de vuestras esclavas mientras podáis, sucios terroristas: vuestro final ya está cercano.