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Pablo Molina

El fumeteo, ese atentado contra la democracia

Si finalmente se largan con la inversión a otra parte, no será por condicionamientos de orden económico, sino por no tener que aguantar a esta tropa.

El revuelo organizado ante la posibilidad de que los clientes de Eurovegas puedan echar un pitillo en zonas reservadas al efecto nos da una pista sobre el punto exacto de cocción en que se encuentra actualmente la política española. Los diputados de la oposición en pleno consideran un insulto que se cambie la ley antitabaco de ZP "simplemente porque lo pida una empresa". Hombre, una empresa que va a crear una cantidad importante de puestos de trabajo para compensar en parte los millones que han destruido esos mismos partidos, por acción directa o con el aplauso de formaciones que ahora se muestran tan ofendidas.

La portavoz de UPyD ha llegado a afirmar que el alivio de las restricciones del uso del tabaco en el complejo de ocio proyectado es un "atentado contra la soberanía nacional" y, en consecuencia, algo intolerable "en términos democráticos", porque, al parecer, las leyes no se pueden cambiar y mucho menos para permitir la creación de miles de puestos de trabajo. Mucho peor es cambiarlas por decisión de un político como Rubalcaba, que ya ha dejado claro que a la Ley Wert le quedan dos telediarios -el tiempo justo de llegar él a La Moncloa-, sin recibir por ello una censura tan solemne "en términos democráticos".

Pero, como ocurre siempre que los nacionalistas catalanes salen a la palestra, el Premio al Superdemócrata del Año se lo lleva en esta ocasión Durán y Lérida, horrorizado ante la mera posibilidad de que se hagan "excepciones para cualquier tipo de casos". Lo dice él, que en materia de financiación autonómica no se cansa de insistir en que el caso de Cataluña es especial y, como tal, requiere un tratamiento diferenciado del resto de las autonomías.

Los promotores de Eurovegas deben de estar impresionadísimos con el nivel del debate suscitado en torno a su petición de que en algunas áreas de su propiedad puedan los clientes que así lo deseen fumar un cigarro. Si finalmente se largan con la inversión a otra parte, no será por condicionamientos de orden económico, sino por no tener que aguantar a esta tropa. Nos lo tendríamos merecido.

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