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Pablo Planas

Sánchez, de santo a Salvini

El mismo barco con 141 desesperados a bordo pide puerto y Sánchez ya les quiere hacer un Salvini, pero no de salvar, sino de pasar.

El mismo barco con 141 desesperados a bordo pide puerto y Sánchez ya les quiere hacer un Salvini, pero no de salvar, sino de pasar.
Pedro Sánchez y Angela Merkel | EFE

La moción de censura en España no sólo ha sido el fin del estulto marianismo, sino una potente sacudida tectónica en el Mediterráneo que traslada el foco del conflicto entre Oriente y Occidente de Estambul a Algeciras. La lira turca se desmorona. Brama Trump contra el sultán y Berlín, entre Sánchez y Salvini, vira para Madrid. Las modificaciones estructurales en el eje mediterráneo son de gran calado. España se come otro marrón europeo.

Merkel y Sánchez en Doñana no hablaron del escándalo del tribunal regional de Schleswig-Holstein respecto al golpista prófugo Puigdemont, sino del efecto llamada de la era Aquarius. El resultado de la veraniega cumbre entre dunas y linces es el traslado a las puertas de España del flujo de desesperados que hasta ahora topaban con las autoridades turcas, las italianas y las de la mafia que mande en Libia. A España le sobra experiencia en pateras y cayucos. Somos una "potencia" fronteriza. Del precio se sabe que Alemania y nuestro tesoro inyectarán ingentes sumas en las arcas del reino alauita para que ejerza de gendarme de su parte, último parapeto ante las vallas y playas de la decadente y merkelizada Europa.

La información que se manejaba de España en los mercados internacionales es que estaba saliendo a duras penas de una crisis que había dejado cientos de miles de desahuciados y destrozado a las clases medias. Del paraíso español, los locos años del cambio de siglo, el euro y el cemento, no queda casi nada, pero Sánchez se comporta como un nuevo rico, mal gusto y mala conciencia todo en uno.

Las mafias reorientan las rutas. España es un coladero y el Gobierno se niega ahora a repetir la operación Aquarius, aquel chute de demagogia con el que Sánchez inauguró su nueva vida en la Moncloa. El mismo barco con 141 desesperados a bordo pide puerto y Sánchez ya les quiere hacer un Salvini, pero no de salvar, sino de pasar. A saber cuántos inmigrantes retenidos en Alemania se habrá comprometido a "acoger" a cambio de las fotos con la jefa como para que otros 141 puedan ser la gota que colma el vaso.

Ese PSOE que dice que Casado es peor que Salvini no tiene qué decir de los reparos del Gobierno a aceptar otro "cargamento" de desesperación. Confían en el plan Marshall de enseñar a pescar, el proyecto para África del instituto de empresa que ha fichado a la mujer del títere de la cancillera que va a hacer de Salvini español por listo. Claro que como es socialista está libre de pecado.

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