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Robert Bottome

El problema es la desinversión

El proverbio chino enseña que si alguien tiene hambre no se le debe dar un pez, sino se le debe enseñar a pescar. Las misiones, en cambio, le dieron el "pez" al venezolano, pero no lo han enseñado a "pescar".

El comandante Hugo Chávez se encuentra demostrando su magnánima "solidaridad" por los países del sur, en una gira que vergonzosamente ha sido matizada por el escándalo de una maleta con 800.000 dólares de dudoso origen. Mientras tanto, Venezuela (su país) sigue hundiéndose en el caos y el abandono por culpa de sus políticas erradas.

Lamentablemente, esas políticas se han basado en la promoción del consumo desenfrenado, al tiempo que castigan y desmotivan a la inversión, no promueven la producción, estancan el desarrollo y el crecimiento, mientras deterioran aún más el bienestar de los venezolanos.

Por ejemplo, a pesar de la carga de "buenas intenciones" que llevan las llamadas "misiones sociales" del Gobierno venezolano, éstas tristemente se han transformado en un canal donde, si bien el dinero del Estado fluye hacia la población de menores recursos, esos recursos no generan riqueza ni crecimiento, y tan sólo promueven el consumo.

El proverbio chino enseña que si alguien tiene hambre no se le debe dar un pez, sino se le debe enseñar a pescar. Las misiones, en cambio, le dieron el "pez" al venezolano, pero no lo han enseñado a "pescar". Con estos programas, el Gobierno no le ha dado al venezolano ni el aprendizaje ni las herramientas para generar producción sustentable en el tiempo. Por ello, el día en que los recursos de la renta petrolera no puedan seguir soportando esa ingente carga, el gasto en consumo tendrá que ser nuevamente recortado y tristemente esos venezolanos quedarán otra vez con las manos y los estómagos vacíos.

Más grave aún es que esta política basada en consumo, en represión a la producción y en desinversión ha ocasionado un espectacular aumento en las importaciones para cubrir la ingente demanda de bienes y servicios. De allí que no cause sorpresa alguna que ahora estén colapsando los puertos.

Esta semana la prensa nacional informa que Puerto Cabello, el principal puerto del país, está abarrotado, con unos 12 buques de graneles parados en la bahía desde el 14 de julio, esperando turno para descargar.

La capacidad operativa de este puerto colapsó por la masiva llegada de buques a desembarcar productos de primera necesidad, entre ellos granos, cereales y azúcar. Según explica la Cámara de Comercio de Puerto Cabello, la emergencia se debe a la concesión de licencias limitadas ante el déficit de producción nacional de ciertos rubros para consumo animal, que encontró a un puerto sin logística ni personal ni espacio para descargar y almacenar los productos que llegan al país.

En definitiva, estos cuellos de botella que ocurren en Puerto Cabello, como otros tantos, tienen el mismo nudo que afecta la producción: falta de inversión.

Mientras tanto, sigue en ascenso el número de productos de la cesta alimentaria que faltan en los anaqueles de supermercados, abastos y mercados por toda Venezuela. Y todo esto tiende a empeorar debido al desplome de la producción nacional causada por controles de precios y la multiplicación de trabas burocráticas, licencias, regulaciones y permisos en toda actividad comercial e industrial.

En Libre Mercado

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