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Santiago Navajas

((El catalanismo, tumor de España))

Está claro que ha sido una suspensión-trampa para seguir tramando contra la ley. Los golpistas ofrecen esta engañifa siguiendo la estrategia de la tregua-trampa de ETA.

Está claro que ha sido una suspensión-trampa para seguir tramando contra la ley. Los golpistas ofrecen esta engañifa siguiendo la estrategia de la tregua-trampa de ETA.
Oriol Junqueras y Carles Puigdemont | EFE

Todo el cielo de España inmaculado
sobre las torres frías de la tarde;
sobre las torres mudas de la tarde
todo el cielo de España inmaculado.

10 de octubre, día de gloria y de infamia para España. A Julio Martínez Mesanza, uno de nuestros más grandes poetas, se le concede un merecidísimo Premio Nacional de Poesía. Mientras, en Barcelona, Carles Puigdemont –el golpista, el delincuente, el loco, en su propia descripción inversa– declaraba que Cataluña era independiente y que no era independiente. El escritor elige las palabras más precisas porque está comprometido con la verdad poética. El presidente retuerce las palabras hasta destruir sus significados porque es un heraldo de la mentira política.

Golpistas catalanistas hablan de "preindependencia". Degradan el lenguaje para corromper la democracia. Carme Forcadell, la presidenta del Parlament, expulsó del "pueblo catalán" a los que fueran del PP y de Ciudadanos. Reivindican a Jefferson, por su declaración de independencia, pero su real modelo es Hitler, por su persecución xenófoba; el Führer afirmaba: "Ser nacional sólo puede ser apoyar a tu pueblo". Como describió Klemperer en su descripción del asalto nazi a la democracia, el lenguaje se vacía de contenidos intelectuales y se llena de emociones fanáticas. Guardiola o Xavi se permiten tachar de "autoritaria" la monarquía constitucional española al tiempo que vitorean la monarquía absoluta catarí. A Gerard Piqué se le llenan los ojos de lágrimas por la independencia de Cataluña mientras se llena los bolsillos de billetes jugando con la selección del Estado opresor. "Cabalgar contradicciones" llaman a estas hipocresías los cínicos.

Para la patria que perdió la gracia,
el cielo inmaculado inmerecido;
el insultado cielo inmerecido,
para la patria que perdió la gracia.

Está claro que ha sido una suspensión-trampa para seguir tramando contra la ley. Los golpistas ofrecen esta engañifa siguiendo la estrategia de la tregua-trampa de ETA. El mediador oculto del que habla Puigdemont debe de ser Otegi, uno de esos tóxicos hinchas del proceso secesionista junto a Julian Assange y Noam Chomsky. Julian Benda escribió en 1927, La traición de los intelectuales, sobre cómo los que debían defender la verdad la sacrificaron en el altar de la Patria y la Clase. En el caso de Cataluña, la traición es de intelectuales como Germà Bel, que comparó a los policías españoles con animales, o Xavier Sala i Martín, que combina el liberalismo económico con el totalitarismo político en la tradición de Pinochet. En la época del imperio de las fotografías trucadas y falsas de Twitter y Facebook, de millones de gatitos y selfies, una imagen miente más, muchísimo más, que mil palabras.

No es de extrañar que Pablo Iglesias repita, al alimón con Gabriel Rufián, que no se ha declarado la independencia: tratan de dar gato por liebre y anestesiar a la opinión pública europea. Aunque sabe que todas las asociaciones de fiscales hablan de "golpe al Estado de Derecho", la prensa de extrema izquierda, la banda de los insidiosos escolares, trata de salvar el proceso golpista dándole oxígeno mediático.

De nada te sirvió vencer los mares
ni adentrarte en las selvas pavorosas.
No te sirvió avanzar en el desierto
ni defender la brecha en la muralla.

"Cataluña está enferma desde hace siglos. Es el tumor de España, que a veces dormita y a veces estalla". Esto lo escribió Gaziel, que, junto a Chaves Nogales y Josep Pla, era el mejor cronista periodístico en la España republicana. Alucinaba el buen catalán con la maldad de Companys en 1934 al dar un golpe de Estado contra la II República, contra Cataluña y contra España. Pues más de 80 años después, el tumor catalán(ista) vuelve a estallar. Un tumor que en la Moncloa siguen tratando como si fuera una mera espinilla adolescente, cuando es maligno y está a punto de convertirse en metástasis.

Ochenta y tres años después de que la II República metiese en la cárcel a Companys, ha tenido que ser Pablo Casado el que ilustre a la generación de españoles más analfabeta sobre su propia historia. Tan analfabeta que se tragó la campaña mediática de la extrema izquierda de que Casado había amenazado con fusilar a Companys. Si Puigdemont confirma con sus acciones que, como dijo Julio Anguita, la burguesía catalana es la peor de España, Junqueras e Iglesias son la evidencia de que tenemos la izquierda más vil de Europa. Gaziel dudaba de que la curación de Cataluña fuese posible, y, en todo caso, provendría del propio organismo catalán. Pero finalmente hemos comprendido que la enfermedad catalanista es autoinmune. El catalanismo es el nuevo lupus.

Lo que había que hacer y más hiciste
y a ti misma te pagas con desprecio.
Sobre la antigua casa de María,
todo el cielo de España inmerecido.

PD. En el blog Cuestiones Naturales pueden leer el resto de los poemas de Julio Martínez-Mesanza; hasta que se compren su última obra, Gloria.

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