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Isabel Durán

La despedida de ZP

Por supuesto, ni media palabra de que se cumple ahora un año de las prometidas explicaciones en el Parlamento sobre sus cambalaches con la ETA ni de los destrozos causados en estos cuatro infaustos años en la convivencia y la democracia españolas.

Zapatero ha madrugado el otoño de su legislatura. Sólo él tiene la clave de la convocatoria electoral y su fotopresidencia está volcada de lleno en el marketing puro y duro. Hace bien. De ahora en adelante la feroz batalla por la conquista del voto no sólo está en el debate de las ideas y proyectos ni en las escaramuzas dialécticas parlamentarias. Esa guerra, la única que de verdad importa a los políticos, se gana en los medios, donde todo vale. Se hacen promesas a discreción, huelga decir que la mayoría olvidadas al día siguiente de la jornada electoral, se miente sin rubor y el autobombo satura al más pintado. Todo eso saltó por los aires en 2004 con el 11-M y la mayor manipulación de la historia de España.  
 
Ahora, a la despedida tradicional de las vacaciones del presidente del Gobierno en Rodiezmo junto a los sindicalistas y Alfonso Guerra, incondicional de este encuentro anual en la cuenca minera leonesa, le ha precedido este extraño verano de 2007 una fotografía, filtrada por Moraleda, de Zapatero haciendo footing con calzón largo blanco y zapatillas deporte negras a juego con la camisetilla y la gafas de sol. Una imagen cuyo pie de foto en el diario de cabecera del jefe del Ejecutivo explica que ha sido tomada “a primera hora de la mañana” en la gaditana playa de Sanlúcar de Barrameda y que completa la amplia entrevista concedida por ZP con la que se inicia el fin de la legislatura y el comienzo de la larga campaña electoral en la que estamos ya sumidos.
 
Zapatero anuncia que busca la mayoría suficiente para la modernización definitiva (sic) de España, asegura que el proceso de negociación con los terroristas “valió la pena” y que de no haberlo intentado sería “un presidente sin entrañas”.  Por supuesto, ni media palabra de que se cumple ahora un año de las prometidas explicaciones en el Parlamento sobre sus cambalaches con la ETA ni de los destrozos causados en estos cuatro infaustos años en la convivencia y la democracia españolas. La despedida veraniega con la que se reabre el curso político huele a autocomplacencia, sectarismo y revancha. Más de lo mismo.

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