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EDITORIAL

Con la kefia al cuello

Zapatero el de la kefia y su partido, que organiza manifestaciones contra Israel pero nunca contra las tiranías islámicas o comunistas, se están convirtiendo, objetivamente –que dirían Llamazares y su cuadrilla–, en enemigos jurados de la libertad

Zapatero el Civilizador se está desatando estos días, y provocando el delirio entre aquellos que le quieren tanto: Hezbolá, Hugo Chávez, Fidel Castro. Faltaba la guinda, y el del "ansia infinita de paz" se ha retratado –con una sonrisa como un hachazo que se le salía de las mejillas– con la kefia al cuello, el pañuelo que puso de moda entre la canalla occidental Yaser Arafat, esa máquina de odio y muerte que robó lo que no está en los escritos y dejó Palestina convertida en un erial (y que sacó la pistola a pasear mientras hablaba de paz en la sede de la ONU).

Hay imágenes que valen más que mil palabras. Pocas. Ésta es una de ellas. No la olvidaremos; sí lo harán Hamás, Irán y el Hezbolá, por descontado. Si Roma no pagaba traidores, menos aún éstos, que van de sanguinarios justicieros de Alá y se han impuesto la misión de limpiar la Tierra de infieles; de todos los infieles.

Entre tanto, el PSOE (y el grueso de esa izquierda infame que nos ha tocado en suerte) ha llamado a la movilización callejera contra Israel. Evacuarán hoy, en varias ciudades de nuestro país, su discurso liberticida contra la única democracia de Oriente Medio. Igual les cae la breva y copan los espacios de Al Manar, la cadena de televisión que utiliza Hezbolá para difundir su mensaje nauseabundo. Pero a lo peor no: quién sabe cómo reaccionaría la turba reaccionaria islamista si supiera que uno de los promotores de la algarada es un homosexual, el indescriptible Pedro Zerolo.

Zapatero el de la kefia y su partido, que organiza manifestaciones contra Israel pero nunca contra las tiranías islámicas o comunistas (ahí está Castro: 47 años subyugando al pueblo cubano, y ni un mal tirón de orejas se ha llevado de las corajudas Juventudes Socialistas), se están convirtiendo, objetivamente –que dirían Llamazares y su cuadrilla–, en enemigos jurados de la libertad.

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