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EL PAPA BUENO

Quedan expuestos para la veneración en el Vaticano los restos de Juan XXIII

Treinta y ocho años después de su muerte, el cuerpo de Juan XXIII volvió este domingo a la Plaza de San Pedro del Vaticano, la misma en la que el 4 de junio de 1963 –un día después de su muerte– se congregaron más de 100.000 personas para despedir al Papa que convocó el Concilio Vaticano II.

L. D. / EFE.- El cuerpo incorrupto del Papa Bueno, como era conocido, volvió a recibir este domingo los rayos de sol. A primera hora de la mañana (09.45 horas local) sus restos fueron colocados en una urna de bronce y cristales antibalas de 450 kilos de peso, y fueron sacados de la basílica de San Pedro por la Puerta de las Plegarias. La urna fue transportada en unas andas con ruedas, empujada por 16 empleados vaticanos, que atravesó el arco de las Campanas y la plaza de San Pedro en medio de un silencio roto por los aplausos de las varias decenas de miles de personas, muchas de ellas ancianos que le conocieron en vida, que le aclamaron como "santo".

Juan XXIII fue vestido con la habitual sotana blanca de los pontífices, confeccionada en seda jaspeada y con el fajín de ceremonias con su escudo pontificio. También vestía la muceta papal de terciopelo rojo bordada de armiño, mientras la cabeza fue cubierta con el "camauro" (gorro) de terciopelo rojo orillado de armiño que tanto le gustaba llevar y que desde hacia varios siglos los papas ya no usaban. La cara le fue cubierta con una mascarilla de protección en cera, que le daba un aspecto innatural.

Una vez en la plaza vaticana, la urna, de dudoso gusto y cuyas partes de bronce parecían más bien purpurina, fue colocada en el altar mayor en el que ofició Juan Pablo II la misa de Pentecostés. Entre los presentes a la ceremonia se encontraban la monja italiana Caterina Capitani, cuya curación milagrosa por intercesión de Juan XXII propició la beatificación del Papa Bueno, y numerosos familiares del Pontífice. También estaba el sacerdote español del Opus Dei Juan Romero, de 34 años, nacido en Ciudad Real, que según su madre está vivo gracias a Papa Roncalli, de quien es una ferviente devota. Romero nació a los siete meses de embarazo. Sus condiciones eran desesperadas y los médicos no daban esperanzas. La madre pidió a Juan XXIII que intercediera por el pequeño y el niño salió adelante.

En la homilía, Juan Pablo II dijo que la Iglesia está muy agradecida a Juan XXIII por la convocatoria del Concilio Vaticano II, que cambió el rostro de la Iglesia, pero que el don más precioso que dejó es su "testimonio de santidad". "Aquella brisa ligera dejó paso a un viento gallardo y ese evento conciliar tomó la forma de una renovadas Pentecostés", dijo Juan Pablo II, que reiteró el carácter misionero de la Iglesia.

Al término de la ceremonia, los restos fueron llevados en procesión hasta el interior del templo, quedando expuestos a la veneración de los fieles durante todo el domingo. Una vez cerrada la basílica, fueron colocados bajo el altar de San Jerónimo: su morada definitiva. El cuerpo del beato Juan XXIII estaba enterrado en las grutas vaticanas, a pocos metros del sepulcro de San Pedro. Juan Pablo II, su gran admirador, decidió trasladarlos al altar de San Jerónimo para permitir un mayor flujo de fieles devotos. Eligió esa capilla porque Juan XXIII admiraba a los padres de la Iglesia y a ese santo en concreto y, de hecho, cuando entraba en San Pedro el primer sitio al que se dirigía era a ese altar.

El pasado mes de enero los restos fueron sometidos a una inspección, ante este traslado. Para sorpresa de los presentes, el reconocimiento permitió comprobar que el rostro y todo el cuerpo estaba incorrupto, con el mismo aspecto de cuando falleció, en 1963, pese a que no fue embalsamado. El cardenal Virgilio Noe, uno de los asistentes cuando se abrieron las tres cajas que componían el ataúd, dijo que el cuerpo estaba intacto, "como si hubiese sido sepultado ayer". Los restos de los papas se colocan en un féretro de ciprés, que se introduce en otro de plomo, que se sella y que a la vez se introduce en una tercera caja de madera de olmo.

Juan XXIII nació en Sotto il Monte (Italia) en 1881 y falleció en 1963, en pleno concilio, a los 82 años, debido a un cáncer de estómago. En septiembre del año 2000 fue beatificado por Juan Pablo II. Desde este domingo es junto a San Pío X y al beato Inocencio XI, el tercer Papa cuyo cuerpo es expuesto a la veneración en la basílica de San Pedro.

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