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Stephen Hawking: "El Cielo es un cuento de hadas para los que tienen miedo a la muerte"

El científico vuelve a criticar las creencias religiosas en una entrevista en The Guardian.

elviraba dijo el día 17 de Mayo de 2011 a las 23:24:

A "jlubina2":

ni siquiera Hawking, se merece al doctor Montes... Al doctor Montes se lo merecen los socialistas que tanto lo defienden. Que acudan a él, cuando se pongan enfermitos, pero sin enseñar el carnet... A Hawking, deja que siga dándole vueltas a la cabeza, de si existe o no existe Dios... déjalo; igual algún día pide la confesión, como la pidió la comunista "Pasionaria", cuando se estaba muriendo... hay que joderse...

elviraba dijo el día 17 de Mayo de 2011 a las 23:13:


A "punt": ¡qué sabio eres!... gracias.
Mi respeto.

superfer dijo el día 17 de Mayo de 2011 a las 17:56:

Un científico no puede ser dogmático y este tipejo lo es

jlubina2 dijo el día 17 de Mayo de 2011 a las 16:56:

Que te trate el doctor montes y verás que pronto lo conoces.....

punt dijo el día 17 de Mayo de 2011 a las 14:00:

[golum] Yo también comprendo que desde el resquemor y la envidia se odie a Dios.

Un saludo.

golum dijo el día 17 de Mayo de 2011 a las 11:56:

Compredo su odio a Dios.

punt dijo el día 17 de Mayo de 2011 a las 11:26:

[elviraba] Esto de Hawking me recuerda dos historias, la primera la conocida historia de San Agustín y el niño en la playa:

Estaba San Agustín caminando por la playa mientras pensaba en el misterio de la Santísima Trinidad, tratando de desentrañarlo, de encontrarle sentido. En un momento dado, el santo vio a un niño que había hecho un agujero en la arena y corría de un lado a otro cogiendo agua del mar con una concha, que vaciaba en el agujero, una y otra vez. Extrañado, pregunto San Agustín al niño qué hacía, a lo que el niño contestó: "voy a meter toda el agua del mar en este hoyo". El Santo, divertido, le contestó que eso no era posible, porque el mar era muy grande y el agujero muy pequeño, pero quedó petrificado con la respuesta del niño: "antes llenaré yo el hoyo con todo el agua del mar que tú comprendas la Trinidad con el entendimiento". Y dicho esto, el niño desapareció.

La segunda historia es una conocida fábula, reproducida por diversos autores, de la que reproduzco la versión de Samaniego:

"Es voz común que a más del mediodía
en ayunas la zorra iba cazando.
Halla una parra, quedase mirando
de la alta vid el fruto que pendía.
Causábale mil ansias y congojas
no alcanzar a las uvas con la garra,
al mostrar a sus dientes la alta parra
negros racimos entre verdes hojas.
Miró, saltó y anduvo en probaduras;
pero vio el imposible ya de fijo.
Entonces fue cuando la zorra dijo:
"¡No las quiero comer! ¡No están maduras!"

No por eso te muestres impaciente
si se te frustra, Fabio, algún intento;
aplica bien el cuento
y di: ¡No están maduras!, frescamente."

Se diría que a Hawking le pasa algo parecido: se pasa el día pensando en Dios como San Agustín, sin darse cuenta de que su entendimiento es demasiado limitado como para comprenderlo.

Por otra parte, al no alcanzar su objetivo, muestra una reacción de despecho ante su propia incapacidad, que no es otra que la de la zorra que no logró alcanzar las uvas: desprecia a Dios negando su existencia, rabieta con la que sólo nos muestra su propia incapacidad, no sólo para alcanzar a Dios sino para darse cuenta de sus propias limitaciones.

Un saludo.

punt dijo el día 17 de Mayo de 2011 a las 10:51:

[xoxe] Del mismo modo que describe vd. resulta cómico ver a algunos ateos, que tanto confían en la ciencia, describir realidades científicas apaleándolas a base de burradas (desde los que creen que "abajo" es un concepto universal, los que creen que las "estrellas fugaces" son estrellas de verdad o los que defienden que al fundirse los icebergs errantes va a subir el nivel del mar, diga lo que diga Arquímedes). Al final, no demuestran conocimiento, sino fe en una ciencia que no entienden ni por asomo.

Al final, en todo conocimiento (y la Fe es una forma de conocimiento) hay grados de perfección. Así, mientras un creyente "de a pie" no pasa de creer en el Cielo como lugar de disfrute, llenándolo de disfrutes mundanos en grado sumo (hay quien llama a eso "la Fe del carbonero"), un teólogo describirá el Cielo como el goce del Alma por estar en presencia real de Dios, liberada ya de las limitaciones de la carne mortal.

De hecho, también en el rechazo de la Fe hay también este tipo de conocimiento. Conocí a una persona que, de la parábola del Buen Pastor, sólo sacaba una curiosa conclusión: "a mí no me gusta que me llamen oveja", lo cual sólo significa que no había entendido NADA.

Por lo demás, coincido con vd. en lo patético de ver a Hawking con salidas de pata de banco como esta. El problema es que ni es la primera ni será la última vez que arremeta gratuitamente contra la religión, ya que se ve que esa fobia le lleva corroyendo las entrañas desde hace muchos años.

Un saludo.

elviraba dijo el día 17 de Mayo de 2011 a las 09:51:


Stephen Hawking: (jodé con el nombrecito) pues para no creer en Dios, hablas mucho de Él... te encabronas con los que creen... pero llevas muchísimo tiempo "dándole vueltas y vueltas y vueltas", crees que podrías encontrar respuesta como si se tratase de una de tus fórmulas científicas... pues no. Tendrás que seguir dándole vueltas y vueltas y vueltas y si después de pensar mucho en ello, terminas respetando el derecho a la libertad de religión que tiene todo ciudadano, algo habrás sacado en limpio, señor científico.

xoxe dijo el día 17 de Mayo de 2011 a las 09:49:

Resulta gracioso ver a un "creyente" describir el cielo como si fuera un lugar, por ejemplo, una isla del Caribe ( a un niño por su edad puede valer esa descripción simbólica), pero resulta más gracioso escuchar a un científico como el famoso Hawking, hacer lo mismo rebatiendo lo que dice aquel. Zapatero a tus zapatos, señor Hawking, no haga el ridículo que la cosa es más sencilla y más seria, usted sabe muy bien que hasta la ciencia está llena de milongas fantásticas que sólo se creen los incondicionales e ignorantes en esos temas, que somos la mayoría del personal, que están dispuestos a tragarse lo primero que a alguno de sus colegas se le ocurre y que suena bonito.