
Tener la casa llena de plantas y flores no solo refleja el buen gusto, el amor por la vegetación o el cuidado por los detalles, sino que también podría estar relacionado con tener una personalidad más altruista y moralmente comprometida. Así lo establece un estudio realizado por las investigadoras Sofya Nartova-Bochaver y Elena Muhortova, publicado en la revista Behavioral Sciences en 2020, que exploró la relación entre la conexión emocional con el mundo vegetal y los valores morales entre jóvenes universitarios en Moscú.
La investigación, titulada If People Are Attached to Plants, Do They Love Other People?, analizó las respuestas de 257 estudiantes a cuestionarios sobre su actitud hacia las plantas y su orientación moral. Los resultados revelaron que quienes mostraban un mayor interés por el cuidado de las plantas y el respeto ecológico también obtenían puntuaciones más altas en dimensiones como la justicia social, el orden y la no violencia.
Este vínculo entre la naturaleza y la ética personal se apoya en teorías tanto psicológicas como filosóficas. La "hipótesis de la biofilia", formulada por el biólogo Edward O. Wilson, sostiene que los humanos tienen una predisposición innata a conectarse con la naturaleza. Otros enfoques, como la "ecología profunda" de Arne Næss o la "reverencia por la vida" del filósofo Albert Schweitzer, también defienden la idea de que reconocer el valor de otras formas de vida, como la de las plantas, fortalece la responsabilidad moral.
Según el estudio, este compromiso con el entorno vegetal no solo mejora el bienestar personal, sino que también amplía lo que algunos psicólogos llaman "moralidad expansiva": la capacidad de incluir a otros —humanos y no humanos— dentro del círculo de consideración ética.
La salud de la jardinería
Más allá del estudio ruso, existen evidencias científicas amplias que refuerzan los beneficios de interactuar con las plantas. Diversos trabajos, como los realizados por la investigadora holandesa Marjolein Elings, muestran que el llamado Green Care —el cuidado verde en español— mejora la salud física y mental, especialmente en personas mayores, con enfermedades crónicas o en situación de vulnerabilidad social.
En este sentido, la jardinería reduce el estrés, favorece la producción de serotonina y dopamina –las hormonas del bienestar–, y disminuye los niveles de cortisol –la hormona del estrés–. Incluso actividades simples como cuidar una maceta o plantar una semilla pueden ser muy terapéuticas. Por otro lado, estudios en Japón, han demostrado cómo el trabajo en jardines ayuda a reducir la depresión y mejora la movilidad y el bienestar emocional en personas mayores.
Cuidar plantas: cuidar personas
Desde los jardines colgantes de Babilonia hasta las actuales granjas terapéuticas en Europa, el ser humano ha buscado en las plantas algo más que alimentos o decoración. Cuidar de un jardín —aunque sea en una terraza o balcón— implica también cultivar la paciencia, la atención plena y un sentido de propósito y de vida.
A nivel familiar y comunitario, la jardinería también promueve el sentido de pertenencia y el contacto intergeneracional. En niños, fomenta la responsabilidad y el apego; mientras que en adultos, ofrece una vía de expresión personal y conexión emocional. Cabe destacar que en personas en duelo o con ansiedad existencial, puede incluso ayudar a procesar el ciclo de la vida y aceptar las pérdidas.
No es necesario tener un gran terreno para disfrutar de estos beneficios. De hecho, una sola planta en una maceta puede ser suficiente para comenzar a reconectar con la naturaleza. Investigar sobre sus cuidados, observar su crecimiento y dedicarle tiempo son algunas formas de empezar y disfrutar de la jardinería.


