
El remedio más común para evitar que las malas hierbas crezcan en zonas donde hay grava es el uso de mallas geotextiles, pero el coste económico de este método es algo caro. Otra opción más asequible es utilizar plástico. Las placas de este material dejan a estas especies sin los tres elementos esenciales para que cualquier planta crezca: el sol, el contacto con la tierra y el agua.
La instalación
Las láminas de plástico se deben colocar una al lado de la otra sin dejar posibles fisuras, pero antes se debe nivelar la tierra. Una vez que la superficie es regular, se extienden las láminas y se entierran con gravilla a una profundidad de entre 5 y 8 centímetros. De esta manera el suelo se mantiene protegido durante un tiempo, aunque ningún truco es para siempre.
Este material suele tener una durabilidad aproximada de dos años, pero si el producto cuenta con elementos anti rayos UV puede alargar mucho más su funcionalidad, ya que esto proporciona una mayor resistencia. Sin embargo, esto únicamente funciona en zonas poco transitadas o jardines rocosos, donde no hay mucha gente.
Inconvenientes de utilizar plástico
El plástico no es el método más amigable con el medio ambiente, además, algunos están tratados con productos especiales, lo que provoca que no se puedan desechar en cualquier tipo de contenedor, en caso de ser necesaria una renovación de las láminas. Dejando de lado el tema ecológico, existen otros problemas que pueden terminar afectando al resto del jardín. Este material impide la llegada de recursos esenciales para el desarrollo de las plantas, como por ejemplo el oxígeno, lo cual, a largo plazo, acaba deteriorando el suelo. Asimismo, instalarlas cerca de otras especies puede reducir la llegada de agua a las raíces de estas.
Cómo eliminar las malas hierbas
A veces, incluso utilizando este material, la luz y el agua se filtran y terminan brotando estas hierbas, ¿qué se puede hacer cuando eso pasa? Hay un par de trucos caseros que evitan el uso de químicos. El primero se basa en verter agua hirviendo sobre las raíces de estas plantas, ya que el agua muy caliente las mata.
El segundo es un poco más elaborado, se trata de mezclar ingredientes que se pueden encontrar en cualquier cocina: jabón, vinagre blanco y sal. Pulverizar esta sustancia sobre las especies que se desea eliminar es sumamente eficaz. En tan solo unos pocos días se pueden comprobar los resultados favorables, aunque no es recomendable utilizarlo en suelos donde se cosecha, ya que puede afectar a la tierra.


