
Un 71% de los españoles evita encender el aire acondicionado por miedo al gasto que supone en la factura eléctrica, según un estudio reciente sobre hábitos de climatización en el hogar. La percepción del aire acondicionado como un lujo inasumible en muchas viviendas evidencia el impacto de los precios regulados y la falta de alternativas accesibles y eficientes para afrontar las altas temperaturas.
El informe revela además que siete de cada diez usuarios desconocen cuánta energía consume su equipo, lo que agrava la sensación de incertidumbre y limita el uso racional de estos sistemas en pleno verano.
Miedo al gasto y falta de información
Durante los meses de calor, el aire acondicionado representa una parte significativa del gasto eléctrico en los hogares. El uso medio de ocho horas diarias puede suponer hasta 30 euros adicionales al mes, según el precio medio del kilovatio hora (kWh), fijado actualmente en torno a los 0,16 euros.
Este contexto se ve agravado por un marco regulatorio que penaliza el consumo eléctrico en lugar de incentivar el acceso a tecnologías eficientes, dificultando la toma de decisiones informadas por parte del consumidor. El miedo al recibo y la falta de transparencia en la factura explican por qué muchas familias optan por restringir el uso de climatización incluso durante olas de calor.
La reciente subida del precio mayorista de la electricidad, en torno a los 75 euros por megavatio hora (MWh), sumada al encarecimiento del gas en el mix energético, ha reforzado la inseguridad energética en los hogares, especialmente en aquellos sin alternativas de ahorro o sin acceso a instalaciones modernas.
La eficiencia, clave para un consumo racional
Ante esta situación, el 77% de los consumidores valora la eficiencia energética como el factor principal a la hora de elegir un sistema de climatización. La demanda se orienta hacia dispositivos más inteligentes, programables y capaces de adaptarse al uso real de la vivienda, reduciendo el derroche sin sacrificar el confort.
La posibilidad de controlar el aparato desde el móvil o de programar su apagado automático si no hay nadie en casa también figura entre las prioridades de los usuarios. Este tipo de soluciones permite gestionar mejor los recursos, optimizar el consumo y tener una mayor libertad a la hora de decidir cuándo y cómo usar los equipos.
Más de un 70% de los encuestados cree que un sistema conectado puede ayudar a ahorrar energía, y más de la mitad estaría dispuesto a invertir en una solución más eficiente si eso se traduce en un ahorro real a medio plazo.
Más allá del aspecto tecnológico, el diseño y aislamiento de las viviendas sigue siendo un factor determinante en el consumo energético. En palabras del arquitecto Jorge Gallego Sánchez Torija, profesor de la Universidad Politécnica de Madrid, "el derroche energético es una patología estructural aún no resuelta en buena parte del parque inmobiliario español".
A pesar de las más de 2.500 horas de sol al año que recibe España, la mayoría de los hogares no están preparados para soportar temperaturas extremas sin depender del uso intensivo de energía, lo que agrava los episodios de pobreza energética estacional.
En este sentido, Gallego advierte de que muchas viviendas siguen sin tener acceso real a sistemas de climatización eficientes, y reclama soluciones accesibles, sostenibles y adaptadas a los nuevos escenarios climáticos, desde la libertad de elección tecnológica y sin imponer un modelo único desde arriba.


