
Antes de la aparición de la patología, la etiología era la ciencia que estudiaba la causa de las enfermedades. Desde la antigua Grecia, a los médicos se les enseñaba a comenzar las historias clínicas haciendo tres preguntas: "¿Qué le pasa?", "¿Desde cuándo le pasa?" y "¿A qué lo atribuye?". A día de hoy pervive lo que se conoce como etiología de andar por casa, una rama costumbrista de la ciencia aplicada por padres y abuelos bajo la que incontables generaciones de niños han crecido. Sin duda, el gran ejemplo sería el de, ante la fiebre de un niño, achacar la causa al crecimiento.
Pero, ¿Cuántas veces se ha escuchado decir que los hijos han pegado un estirón con la última fiebre que han tenido? Estoy convencido que muchas. No en vano, esta asociación pertenece a uno de los grandes mitos de la salud infantil. Sin embargo, este en concreto es un mito que tiene algo de realidad, al menos si uno se basa en la fisiología humana. La fiebre en los niños es un tema que habitualmente suele generar preocupación y curiosidad entre los padres y cuidadores. Para abordar la cuestión de si la fiebre interfiere en el crecimiento, es importante entender qué es la fiebre y cómo funciona el crecimiento en los niños.
¿Qué es la fiebre? La fiebre es una elevación temporal de la temperatura corporal, generalmente debido a una infección u otra condición médica. Funciona como un mecanismo de defensa del cuerpo, ayudando a luchar contra los patógenos. Por sí misma, la fiebre no es una enfermedad, sino un síntoma de que el cuerpo está tratando de combatir una infección o una inflamación. Por su parte, el crecimiento en los niños es un proceso complejo que depende de varios factores, incluidos la genética, la nutrición, el estado de salud general y las hormonas de crecimiento. El crecimiento ocurre principalmente durante los períodos de descanso y sueño, cuando el cuerpo libera hormonas de crecimiento.
La idea de que los niños pueden experimentar un estirón de crecimiento durante o después de un episodio de fiebre es un concepto popular, pero carece de evidencia científica sólida para respaldarlo directamente. El motivo es que la fiebre en sí misma no promueve el crecimiento, sin embargo, es posible que algunos padres noten que sus hijos parecen haber crecido después de un episodio de fiebre, lo cual podría deberse más a la percepción y al proceso natural de crecimiento de los niños que a la fiebre per se.
Entonces, ¿Por qué se puede relacionar la fiebre con el crecimiento? Se puede deber a dos factores fundamentales. El primero es que la fiebre estimula la hormona del crecimiento (GH) como parte de los mecanismos defensivos. El segundo tiene que ver con el número de horas de sueño, normalmente, los niños duermen más cuando están malitos y el sueño también hace que se libere esta hormona. Por tanto, no se puede asociar la fiebre con el crecimiento. Al igual que la fiebre no es responsable del estirón, tampoco ocurre lo contrario. Es decir, no hay evidencia de que el crecimiento cause fiebre. Un niño es un organismo en desarrollo que va aumentando su talla, pero no de forma lineal, sino con pequeños escalones. Esto no debería causar patología ni fiebre.
Durante la infancia, la fiebre es la causa más común de visitas a urgencias pediátricas. El motivo es que un cuadro de fiebre en niños suele provocar la angustia y la preocupación extrema de los padres, que corren a avisar al médico o a intentar que le baje de alguna manera aunque, solo hay que tratar a los niños con fiebre en caso de que este síntoma se acompañe de otros como malestar general o dolor, y también en caso de que este cuadro se dé en menores de tres meses de edad.
Pero, pese a toda esta información, todavía hay muchos mitos que giran alrededor de la fiebre: que si usar paños húmedos, friegas de alcohol o baños en hielo ayuda a bajarla, que si es necesario abrigar mucho al pequeño si sufre fiebre o, uno de los más extendidos: que crecer provoca fiebre. Además, seguro que en algún momento se ha escuchado la expresión ‘fiebres de crecimiento’, que hace referencia precisamente a eso, a que tener fiebre supone un aumento de la talla. Pero, ¿Es cierto esto?
¿Existen las fiebres de crecimiento en niños?
Es sin duda una de las afirmaciones más populares. Si se detecta que un niño ha crecido unos centímetros y en los días previos coincidió con un proceso de fiebre, rápidamente se suele relacionar una cosa con la otra. ¿Erróneamente? El crecimiento nunca produce fiebre, esta se producirá por otra causa. Crecer no produce fiebre, pero ¿la fiebre hace crecer? Este mito tiene quizás algo de verdad y es que se debe a una relación con la hormona del crecimiento, que es la responsable de que los niños crezcan. La fiebre, por sí misma, es un estimulo para su producción. Además, esta hormona no se produce igual durante todo el día, sino que se segrega más durante el sueño y los niños duermen más cuando están con fiebre. Entonces, ante este caso, podría aplicarse esa famosa frase de que la correlación no implica causalidad.
No es la única creencia extendida que existe sobre el crecimiento. Otro mito es que las chicas dejan de crecer cuando les viene la regla. ¿Es cierto? El primer período, también conocido como menarquia, se produce de media a los doce años, pero puede adelantarse mucho y aparecer a los 8 o retrasarse hasta los quince. Por tanto, su relación con el crecimiento no es cierta, de hecho, tras la primera menstruación aun se crecen varios centímetros , creciendo más las niñas que la tienen pronto.
¿El crecimiento duele?
No existe evidencia científica que demuestre que el crecimiento duela. Pero, es verdad que dolores intermitentes en las piernas que pueden sentir los niños por las noches se les llama "de crecimiento". No obstante, se trata de un término poco adecuado. Acerca de qué factores estimulan la hormona de crecimiento, son los siguientes:
- Un sueño adecuado.
- Ejercicio físico diario.
- Una alimentación variada y equilibrada. Un aporte de macro y micronutrientes necesarios para la hiperplasia celular, es decir, para el aumento del tamaño de las células.
¿Hasta qué edad se crece?
El crecimiento se produce a lo largo de la infancia e, incluso, podría continuar en la segunda década de la vida. No obstante, los periodos de máximo crecimiento tienen lugar en el primer año de vida, sobre todo en los primeros meses, pero la pubertad es otra etapa en la que se produce un pico de crecimiento y en la que se alcanzar el máximo pico de masa ósea. Por ello, ese ese momento de la vida cuando hay que prestar especial atención a una alimentación saludable, a unos estilos de vida saludables precisamente porque son ventanas de oportunidad para la programación metabólica de la salud de los niños.
En cuanto a la creencia extendida de que las chicas dejan de crecer tras la primera menstruación, hay que aclarar que no es así, aunque es cierto que justo antes de la pubertad, hay un pico en el crecimiento. A partir de este momento, se continúa creciendo, pero ya en menor medida.

