L D (EFE)
En estos momentos Amsterdam es la única ciudad holandesa con bares en los que junto con la venta de drogas blandas también está permitido el consumo de alcohol. La capital holandesa tiene "entre 80 y 90" de estos locales, que dispondrán de tres años para definirse como un bar estándar, en el que se consumen bebidas alcohólicas pero no drogas blandas, o bien como un "coffee shop"; que es como se conocen los locales en los que se puede consumir marihuana a la carta, dijo la portavoz.
Aunque el consumo de drogas blandas en Holanda no está legalizado, desde mediados de los años 90 existe una política abierta de tolerancia, que permite un número limitado de establecimientos por ciudad en los que se pueden adquirir drogas como hachís, bajo el cumplimiento de condiciones estrictas. Estas condiciones limitan la venta a un máximo de 5 gramos de hachís por vez y persona, y prohíben la venta de alcohol y la publicidad de drogas en los establecimientos, y estipulen, además, que no deben generar conflictos callejeros.
En Amsterdam se mantuvieron como excepción los locales en los que además de drogas blandas también se vendía alcohol, con la idea de que estos locales desaparecerían en el momento en el que, por ejemplo, cambiasen de dueño. Las autoridades locales consideran ahora, sin embargo, que esa política sigue un curso demasiado lento, por lo que se ha decidido optar por dar un ultimátum de tres años a los propietarios para que definan el tipo de negocio.
Aunque el consumo de drogas blandas en Holanda no está legalizado, desde mediados de los años 90 existe una política abierta de tolerancia, que permite un número limitado de establecimientos por ciudad en los que se pueden adquirir drogas como hachís, bajo el cumplimiento de condiciones estrictas. Estas condiciones limitan la venta a un máximo de 5 gramos de hachís por vez y persona, y prohíben la venta de alcohol y la publicidad de drogas en los establecimientos, y estipulen, además, que no deben generar conflictos callejeros.
En Amsterdam se mantuvieron como excepción los locales en los que además de drogas blandas también se vendía alcohol, con la idea de que estos locales desaparecerían en el momento en el que, por ejemplo, cambiasen de dueño. Las autoridades locales consideran ahora, sin embargo, que esa política sigue un curso demasiado lento, por lo que se ha decidido optar por dar un ultimátum de tres años a los propietarios para que definan el tipo de negocio.
