
L D (EFE) Tras un "tira y afloja" parlamentario que ha durado varios años, se espera que el Ejecutivo invoque ahora, por cuarta vez desde 1949, la llamada Ley Parlamentaria para forzar a los pares el veredicto de los diputados. De esta manera, prevalecerá la decisión de la Cámara de los Comunes, que es democráticamente elegida, a diferencia de los Lores, que no cuentan con legitimación popular. El Gobierno laborista del primer ministro, Tony Blair, ya prometió la prohibición de esa práctica cuando llegó al poder en 1997, aunque la fuerte oposición de los Lores y de los defensores de la caza ha venido retrasando la tramitación del proyecto de ley.
Sin embargo, la entrada en vigor de la abolición el próximo febrero podría ser una complicación para Blair, ya que está previsto que se convoquen elecciones generales la primavera o el verano próximos y la prohibición puede costarle votos en el campo. El primer ministro dijo que ha intentado durante los últimos dos años "lograr un compromiso y una manera de avanzar" para solucionar un controvertido asunto en el que las partes defienden sus posturas "con pasión". El jefe del Gobierno admitió que la abolición de la caza puede acarrear "una serie de acciones judiciales" en contra, algo que ya ha prometido el grupo de presión "Alianza del Campo", rotundo defensor del tradicional deporte.
En los últimos meses, el debate nacional sobre la caza del zorro se ha enconado de tal forma que numerosas manifestaciones favorables a ese deporte se han sucedido en todo el país. La protesta más sonada ocurrió el pasado 15 de septiembre, cuando cinco activistas partidarios de la caza del zorro irrumpieron en la Cámara de los Comunes mientras se debatía el proyecto de ley para prohibir esa actividad. Esa fue la peor violación de la seguridad en el Parlamento británico desde 1812, fecha en la que fue asesinado en la Cámara Baja el entonces primer ministro Spencer Perceval.
La última protesta tuvo lugar en la tarde de este jueves, cuando unos mil manifestantes se congregaron ante el castillo de Windsor (afueras de Londres), donde la reina Isabel II de Inglaterra ofrece esta noche un banquete de honor al presidente francés, Jacques Chirac. Los habitantes del campo inglés y galés se ha opuesto siempre a la prohibición del polémico deporte porque la caza del zorro genera empleos y sirve para controlar la reproducción de este mamífero, que suele atacar al ganado ovino y a los animales de granja. Por contra, los detractores, entre los que figuran grupos defensores de los animales, han denunciado que esa actividad resulta cruel para los zorros e innecesaria.
