L D (EFE)
La conferencia de prensa, ofrecida por el teniente de alcalde de la ciudad, Zhang Mao, para informar de la situación de la epidemia en Pekín, acabó convirtiéndose en una protesta de los periodistas ante el silencio de las fuentes oficiales. "Pedimos al Ayuntamiento que responda dónde está Jiang, una persona que gracias a sus denuncias salvó muchas vidas, y queremos saber por qué no se le permite hablar con la prensa", denunció una periodista estadounidense.
El 8 de abril de este año, Jiang, médico del Hospital General de Pekín, fue el primer experto que se atrevió a decir que el número de casos en la ciudad era mucho mayor que el que daban las cifras oficiales. Por aquel entonces, el número de casos aumentaba alarmantemente en ciudades como Cantón, Hong Kong, Toronto o en países del sureste asiático, mientras las autoridades de Pekín sólo hablaban de 19 casos. Sin embargo, muchos pequineses ya pensaban entonces que el Ayuntamiento ocultaba las cifras, por lo que la desinformación provocó el pánico, la gente comenzó a llevar mascarillas y empezó a tomar compulsivamente medicinas contra la gripe.
En medio de ese pánico, el doctor Jiang, conocido en China como alguien "sin pelos en la lengua" que nunca duda en denunciar lo que otros colegas callan, aseguró que al menos 60 enfermos de SRAG estaban siendo tratados en el hospital en el que trabajaba. Las palabras de Jiang fueron la primera ficha de dominó que movió el resto: a raíz de ellas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) envió a un grupo de expertos a los hospitales pequineses, que también denunció secretismo, hasta que al final Pekín reconoció la situación y las cifras comenzaron a subir. De los 19 enfermos de SRAG en aquel momento, hace tan sólo un mes, se ha pasado a más de 2.300 casos en Pekín, más de 1.600 sospechosos y 129 fallecidos, lo que ha convertido a la ciudad en el epicentro de la enfermedad en el mundo.
El escándalo se saldó el 20 de abril con la destitución del alcalde de Pekín, Meng Xuenong, y la del ministro de Sanidad, Zhang Wenkang, en lo que supuso el primer despido de un miembro del Consejo de Estado chino en el medio siglo de historia de la República Popular China. A raíz de las declaraciones del doctor Jiang, han sido muchos los periodistas que han tratado de ponerse en contacto con él, pero fuentes hospitalarias han señalado que no se permite a los periodistas, sea cual sea su procedencia, hablar con el médico. Se desconoce también si sigue trabajando en el hospital militar.
En muchos foros de Internet, donde la libertad de expresión es mayor que en los medios de comunicación, los internautas chinos aseguran que el doctor Jiang es "el verdadero patriota, no el Gobierno", y que probablemente ha salvado a Pekín de sufrir una situación aún más catastrófica que la actual. Según estos internautas, la mayoría estudiantes universitarios, si Jiang no hubiera denunciado la situación no se habría contenido una enfermedad que sólo ha afectado a una pequeña parte de la población pequinesa (un 0,04 por ciento, aproximadamente).
Del doctor Jiang se sabe que tiene muchas amistades en la cúpula militar china, hecho éste que le ha permitido lanzar declaraciones polémicas sin miedo a represalias en un país donde las conexiones con las altas esferas (lo que los chinos llaman "guanxi") son muy importantes. Las conexiones de Jiang le permitieron, por ejemplo, hablar sin miedo hace 14 años, en los "días de silencio" tras la matanza de Tiananmen, y denunciar que a los hospitales de Pekín estaban llegando cientos de jóvenes estudiantes que habían sido heridos, mutilados o ejecutados por el Ejército Popular.
Con anterioridad a las denuncias lanzadas este martes, el semanario de Cantón "Southern Weekend" ya había protestado por el hecho de que en la publicación ha sido colocado un redactor jefe próximo al Gobierno de Pekín, que censura la información y prohíbe la publicación de noticias que no provienen de fuentes oficiales. En los peores momentos del SRAG, el Gobierno de Pekín prometió una información más transparente sobre la situación en el país, lo que ha llevado a algunos analistas a pensar que la neumonía atípica puede ser el "Chernobil" que desencadene el "glasnost chino", como pasó en la Unión Soviética tras el accidente nuclear de 1986.
El 8 de abril de este año, Jiang, médico del Hospital General de Pekín, fue el primer experto que se atrevió a decir que el número de casos en la ciudad era mucho mayor que el que daban las cifras oficiales. Por aquel entonces, el número de casos aumentaba alarmantemente en ciudades como Cantón, Hong Kong, Toronto o en países del sureste asiático, mientras las autoridades de Pekín sólo hablaban de 19 casos. Sin embargo, muchos pequineses ya pensaban entonces que el Ayuntamiento ocultaba las cifras, por lo que la desinformación provocó el pánico, la gente comenzó a llevar mascarillas y empezó a tomar compulsivamente medicinas contra la gripe.
En medio de ese pánico, el doctor Jiang, conocido en China como alguien "sin pelos en la lengua" que nunca duda en denunciar lo que otros colegas callan, aseguró que al menos 60 enfermos de SRAG estaban siendo tratados en el hospital en el que trabajaba. Las palabras de Jiang fueron la primera ficha de dominó que movió el resto: a raíz de ellas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) envió a un grupo de expertos a los hospitales pequineses, que también denunció secretismo, hasta que al final Pekín reconoció la situación y las cifras comenzaron a subir. De los 19 enfermos de SRAG en aquel momento, hace tan sólo un mes, se ha pasado a más de 2.300 casos en Pekín, más de 1.600 sospechosos y 129 fallecidos, lo que ha convertido a la ciudad en el epicentro de la enfermedad en el mundo.
El escándalo se saldó el 20 de abril con la destitución del alcalde de Pekín, Meng Xuenong, y la del ministro de Sanidad, Zhang Wenkang, en lo que supuso el primer despido de un miembro del Consejo de Estado chino en el medio siglo de historia de la República Popular China. A raíz de las declaraciones del doctor Jiang, han sido muchos los periodistas que han tratado de ponerse en contacto con él, pero fuentes hospitalarias han señalado que no se permite a los periodistas, sea cual sea su procedencia, hablar con el médico. Se desconoce también si sigue trabajando en el hospital militar.
En muchos foros de Internet, donde la libertad de expresión es mayor que en los medios de comunicación, los internautas chinos aseguran que el doctor Jiang es "el verdadero patriota, no el Gobierno", y que probablemente ha salvado a Pekín de sufrir una situación aún más catastrófica que la actual. Según estos internautas, la mayoría estudiantes universitarios, si Jiang no hubiera denunciado la situación no se habría contenido una enfermedad que sólo ha afectado a una pequeña parte de la población pequinesa (un 0,04 por ciento, aproximadamente).
Del doctor Jiang se sabe que tiene muchas amistades en la cúpula militar china, hecho éste que le ha permitido lanzar declaraciones polémicas sin miedo a represalias en un país donde las conexiones con las altas esferas (lo que los chinos llaman "guanxi") son muy importantes. Las conexiones de Jiang le permitieron, por ejemplo, hablar sin miedo hace 14 años, en los "días de silencio" tras la matanza de Tiananmen, y denunciar que a los hospitales de Pekín estaban llegando cientos de jóvenes estudiantes que habían sido heridos, mutilados o ejecutados por el Ejército Popular.
Con anterioridad a las denuncias lanzadas este martes, el semanario de Cantón "Southern Weekend" ya había protestado por el hecho de que en la publicación ha sido colocado un redactor jefe próximo al Gobierno de Pekín, que censura la información y prohíbe la publicación de noticias que no provienen de fuentes oficiales. En los peores momentos del SRAG, el Gobierno de Pekín prometió una información más transparente sobre la situación en el país, lo que ha llevado a algunos analistas a pensar que la neumonía atípica puede ser el "Chernobil" que desencadene el "glasnost chino", como pasó en la Unión Soviética tras el accidente nuclear de 1986.
