L D (EFE)
El acto de este domingo, de más de dos horas de duración, requería de un esfuerzo muy superior al de la audiencia general del pasado miércoles, en la que reapareció tras sufrir la semana anterior un problema intestinal, que contribuyó a acentuar la preocupación que desde hace tiempo existe por su salud.
Durante el solemne rito de canonización del misionero italiano Daniele Comboni, fundador de los combonianos, del alemán Arnold Janssen y del austríaco Josef Freinademetz, el Pontífice habló en diversas ocasiones y hasta entonó algunos cánticos. Su voz, clara aunque temblorosa en la proclamación de los nuevos santos, al inicio de la ceremonia, acusó sensiblemente la fatiga durante la homilía y se hizo casi ininteligible al final, para recuperar algo de su pulso en los saludos postreros.
La primera parte de la homilía —el principal empeño— la leyó en italiano, para dejar la intermedia, en alemán, a un sacerdote, y retomar la palabra con el párrafo final, también en italiano, saltándose los dos precedentes. Muy atento a su lado, el maestro de ceremonias del Vaticano, el recientemente nombrado arzobispo Piero Marini, señaló al Papa con su propio dedo este "salto" de párrafos, probablemente para aligerar su fatiga.
Pese a las dificultades para la lectura, el Pontífice se desenvolvió con mas soltura que este sábado durante la audiencia al primado de la Iglesia anglicana, Rowan Williams, lo que demuestra sus sucesivos "cambios" dentro de su estado debilitado por el Parkinson.
Durante el solemne rito de canonización del misionero italiano Daniele Comboni, fundador de los combonianos, del alemán Arnold Janssen y del austríaco Josef Freinademetz, el Pontífice habló en diversas ocasiones y hasta entonó algunos cánticos. Su voz, clara aunque temblorosa en la proclamación de los nuevos santos, al inicio de la ceremonia, acusó sensiblemente la fatiga durante la homilía y se hizo casi ininteligible al final, para recuperar algo de su pulso en los saludos postreros.
La primera parte de la homilía —el principal empeño— la leyó en italiano, para dejar la intermedia, en alemán, a un sacerdote, y retomar la palabra con el párrafo final, también en italiano, saltándose los dos precedentes. Muy atento a su lado, el maestro de ceremonias del Vaticano, el recientemente nombrado arzobispo Piero Marini, señaló al Papa con su propio dedo este "salto" de párrafos, probablemente para aligerar su fatiga.
Pese a las dificultades para la lectura, el Pontífice se desenvolvió con mas soltura que este sábado durante la audiencia al primado de la Iglesia anglicana, Rowan Williams, lo que demuestra sus sucesivos "cambios" dentro de su estado debilitado por el Parkinson.
