L D (Agencias)
Los discursos de aceptación del Oscar pueden resultar tan aburridos como la lectura de una guía telefónica: listas interminables de abogados, agentes, representantes y relaciones públicas totalmente desconocidos fuera de Hollywood.
Almodóvar se llevó la palma hace dos años cuando, en su discurso de agradecimientos tras recibir el Oscar, mencionó, además de a su madre, a su hermano, a Antonio Banderas, a Penélope Cruz, y a todos los españoles, a una retahíla de santos –la Virgen de Guadalupe, Jesús de Medinacelli y el Sagrado Corazón entre otros-, hasta que el actor malagueño le arrastró fuera del escenario.
Pero nuestro director más internacional no fue el único. Entre los peores discursos figura el del productor Jon Landau, que recitó sin pausa por lo menos 45 nombres tras ganar el Oscar de mejor película por “Titanic” en 1998. “Estuve a punto de pegarme un tiro”, dijo Gil Cates, productor de la entrega de los premios. “Estas listas excesivas de nombres comenzaron en época relativamente reciente, quizá en los últimos 15 años... Creo que alguien escuchó a un ganador dar las gracias a un montón de gente y pensó: Yo también debo agradecer a un montón de gente. Es como una epidemia. Es terrible. A uno se le cae el alma al suelo”, dice Cates.
Una vez llegados al estrado, los ganadores tienen 45 segundos para hablar delante de decenas de millones de personas en unos 150 países. Pocos laureados hacen uso de ese precioso tiempo para otra cosa que no sea dar las gracias a medio mundo. "Esta es una oportunidad para decir algo importante, o cómico, o profundamente emocionante", dijo Cates recientemente a los nominados de este año. "¿Qué podría uno decir que tuviese algún significado lo mismo para un mecánico de automóviles de Buenos Aires que para una secretaria de El Salvador o un niño de ocho años de Detroit?".
Esas menciones de agradecimiento ahuyentan a los televidentes, en opinión de Cates. Así que este año ha anunciado dos reglas básicas. Regla número 1: “Si usted saca un pedazo de papel y comienza a leer nombres, se acabó”. Regla número 2: “Incluso si usted no saca un pedazo de papel, sólo tiene derecho a mencionar cinco nombres... Si usted comienza a mencionar a una sexta persona, se acabó”. “Se acabó” quiere decir que Cates ordenará a la orquesta que comience a tocar para interrumpir el discurso del ganador, que será entonces sacado fuera del escenario.
Almodóvar se llevó la palma hace dos años cuando, en su discurso de agradecimientos tras recibir el Oscar, mencionó, además de a su madre, a su hermano, a Antonio Banderas, a Penélope Cruz, y a todos los españoles, a una retahíla de santos –la Virgen de Guadalupe, Jesús de Medinacelli y el Sagrado Corazón entre otros-, hasta que el actor malagueño le arrastró fuera del escenario.
Pero nuestro director más internacional no fue el único. Entre los peores discursos figura el del productor Jon Landau, que recitó sin pausa por lo menos 45 nombres tras ganar el Oscar de mejor película por “Titanic” en 1998. “Estuve a punto de pegarme un tiro”, dijo Gil Cates, productor de la entrega de los premios. “Estas listas excesivas de nombres comenzaron en época relativamente reciente, quizá en los últimos 15 años... Creo que alguien escuchó a un ganador dar las gracias a un montón de gente y pensó: Yo también debo agradecer a un montón de gente. Es como una epidemia. Es terrible. A uno se le cae el alma al suelo”, dice Cates.
Una vez llegados al estrado, los ganadores tienen 45 segundos para hablar delante de decenas de millones de personas en unos 150 países. Pocos laureados hacen uso de ese precioso tiempo para otra cosa que no sea dar las gracias a medio mundo. "Esta es una oportunidad para decir algo importante, o cómico, o profundamente emocionante", dijo Cates recientemente a los nominados de este año. "¿Qué podría uno decir que tuviese algún significado lo mismo para un mecánico de automóviles de Buenos Aires que para una secretaria de El Salvador o un niño de ocho años de Detroit?".
Esas menciones de agradecimiento ahuyentan a los televidentes, en opinión de Cates. Así que este año ha anunciado dos reglas básicas. Regla número 1: “Si usted saca un pedazo de papel y comienza a leer nombres, se acabó”. Regla número 2: “Incluso si usted no saca un pedazo de papel, sólo tiene derecho a mencionar cinco nombres... Si usted comienza a mencionar a una sexta persona, se acabó”. “Se acabó” quiere decir que Cates ordenará a la orquesta que comience a tocar para interrumpir el discurso del ganador, que será entonces sacado fuera del escenario.