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PERMANECERÁ ABIERTA HASTA EL JUEVES

Más de dos millones de peregrinos desfilarán ante la capilla ardiente del Papa

La Basílica de San Pedro abrió este lunes a las ocho menos cuarto de la tarde, una hora antes de lo previsto, para que los fieles den su último adiós al Papa. Más de dos millones de peregrinos desfilarán ante los restos mortales de Juan Pablo II, que permanecerán expuestos al público hasta el jueves. La capilla ardiente ha quedado instalada en la nave central de la Basílica de San Pedro del Vaticano, delante del llamado altar de la confesión, junto al famoso baldaquino de Bernini. Libertad Digital ha habilitado un correo especial para que sus lectores se despidan del Papa.

La Basílica de San Pedro abrió este lunes a las ocho menos cuarto de la tarde, una hora antes de lo previsto, para que los fieles den su último adiós al Papa. Más de dos millones de peregrinos desfilarán ante los restos mortales de Juan Pablo II, que permanecerán expuestos al público hasta el jueves. La capilla ardiente ha quedado instalada en la nave central de la Basílica de San Pedro del Vaticano, delante del llamado altar de la confesión, junto al famoso baldaquino de Bernini. Libertad Digital ha habilitado un correo especial para que sus lectores se despidan del Papa.
L D (Agencias)  Los primeros fieles ya desfilan ante los restos mortales de Juan Pablo II, después de que se abriera con anticipación la capilla ardiente, instalada en la basílica de San Pedro del Vaticano. Las puertas del templo se abrieron a las 19.45 hora local (también española), una vez que Protección Civil pidiera que se avanzara el último horario previsto (21.00 horas) para su apertura con cuatro horas de retraso respecto a lo indicado el domingo (18.00 horas).

Los responsables de la seguridad ciudadana instaron a las autoridades vaticanas a que tomaran esa decisión para garantizar la integridad de los miles de fieles que hacían cola desde muchas horas antes. La capilla ardiente permanecerá abierta hasta el próximo jueves, con una interrupción de tres horas (de las dos a las cinco de la madrugada ) para poder proceder a su limpieza.
 
Traslado de los restos mortales de Juan Pablo II
 
Los restos mortales fueron trasladados allí desde la sala Clementina del Palacio Apostólico, donde reposaban desde este domingo en una procesión en la que participaron los cardenales da la Curia, encabezados por el camarlengo, el español Eduardo Martínez Somalo.
 
El camarlengo (que ejerce el gobierno provisional de la Sede Vacante) bendijo con un hisopo el cadáver de Karol Wojtyla, antes de dirigirle una profunda reverencia, visiblemente conmovido. Posteriormente se inició la liturgia de la palabra, en la que participaron cientos de sacerdotes que se encuentran en el templo vaticano.
 
El cuerpo sin vida del Papa polaco, amortajado con la sotana blanca y la casulla roja pontifical, la estola arzobispal o "palio" y la mitra, salió de la sala Clementina del Palacio Apostólico a hombros de doce silleros pontificios, tendido en unas andas de raso rojo. La procesión se dirigió hacia la Basílica de San Pedro a través de la llamada escalera noble, la primera Logia, la sala Ducal y la sala y la escalera Regia, para entrar en la plaza vaticana por la Puerta de Bronce.
 
El cadáver iba escoltado por ocho miembros de la guardia suiza en traje de gala y precedido por un grupo de frailes que portaban un cirio encendido. En la primera Logia esperaban a la comitiva un grupo de fieles, monjas y personal de la Santa Sede, recogidos en oración.
 


Miles de fieles, que se agolpaban alrededor del pasillo abierto en la plaza camino del templo vaticano desde horas antes, asistieron con emoción al paso del Papa Wojtyla y muchos de ellos prorrumpieron en aplausos. También pudieron contemplar el solemne traslado las decenas de miles de personas que esperan en los aledaños de San Pedro a que se formen las filas para poder entrar en la Basílica a dar su último adiós al Pontífice.

Gesto hacia la multitud
 
Las campanas de San Pedro tocaron a duelo, mientras los religiosos que acompañaron al Papa entonaban una letanía. Antes de introducirlo en la Basílica, se detuvieron en lo alto de la escalinata y mostraron el cuerpo del Papa a la multitud allí reunida con una ligera inclinación de las andas.
 
En medio de un profundo silencio, sólo roto por los cánticos de antífonas, el cuerpo entró en la basílica. Los "sediarios" recorrieron lentamente el trayecto hasta donde fue colocado el catafalco, delante del altar mayor, bajo el baldaquino de Bernini y a pocos metros de donde se encuentra la Tumba del Apóstol Pedro. Un cirio de grandes dimensiones fue colocado a la derecha del catafalco.
 
El Camarlengo, el cardenal español Eduardo Martínez Somalo, presidió el rito. Revestido con capa pluvial roja, Martínez Somalo esparció con agua bendita, tres veces, el cuerpo del Pontífice y después incensó varias veces. Tras ser recitados varios salmos en latín, idioma en el que se ofició la ceremonia, el Camarlengo suplicó a Dios que acoja el alma de Juan Pablo II. También se pidió "por los pueblos de todas las naciones, para que en el respeto de la justicia, formen una sola familia en la paz y estén unidos por sentimiento fraternales". Asimismo se pidió por la Iglesia y por la renovación de la familia humana. El Padrenuestro cantado en latín cerró la sugestiva ceremonia, celebrada en una basílica de San Pedro bellamente iluminada que dejó al descubierto las maravillas que guarda.

Los más de 60 cardenales asistentes, entre ellos Joseph Ratzinger, Angelo Sodano, Camillo Ruini, Alfonso López Trujillo y Giovanni Battista Re, el centenar de obispos y los varios centenares de sacerdotes abandonaron el templo tras rendir homenaje al Papa.
 
 
 

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