L D (EFE)
Li Guoqiao, profesor de la Universidad de Medicina Tradicional de Guangzhou, ha desarrollado un fármaco que al parecer produce resultados inmediatos y que cuenta con el apoyo financiero del Ministerio chino de Salud y de varias compañías farmacéuticas locales. "El combate de la malaria con Artekin se reduce a dos días de tratamiento, con la ingestión de dos pastillas cada seis horas. Aunque cada paciente requiere un tratamiento diferente, dependiendo de su sistema inmunológico", señaló Li.
Li ya ha comenzado a comercializar la vacuna en los hospitales públicos a 1,20 dólares, un tercio del precio medio de este tipo de fármacos en el resto del mundo, informó el diario "South China Morning Post". La OMS envió el pasado año a dos equipos de seguimiento a la factoría de Guangzhou que se encarga de la producción de la vacuna, y en ambos casos los informes ratificaron la eficacia de Artekin en el tratamiento de la malaria.
No obstante, Janis Lazdins-Helds, científico del programa de investigación de enfermedades tropicales de la OMS, aseguró recientemente que antes de incluir la vacuna en la Lista Modelo de Medicinas Esenciales, es necesario definir con claridad sus cualidades terapéuticas. Los científicos presentes en el Simposio de Malaria del Mekong celebrado en Camboya en diciembre pasado revelaron que los primeros exámenes mostraban que Artekin erradicaba la malaria en un 95 por ciento de los casos. Artekin se compone de piperaquina y dihydroartemisina, este último elemento derivado de la artemisina, combinado químico que se extrae de unas plantas tropicales que crecen en la montaña de Wuling, ubicada en las inmediaciones de la ciudad de Chongqing (suroeste).
El Gobierno chino ha puesto grandes esperanzas en este fármaco ya que, de tener éxito, podría romper el monopolio de las empresas farmacéuticas norteamericanas en el mercado mundial de las vacunas contra la malaria. Artekin recibió en enero de este año la licencia de exportación de manos de la Administración de Medicinas Tradicionales del Estado, con el objetivo de incrementar la porción de mercado de las compañías chinas, que en la actualidad no supera el uno por ciento. El profesor Li ha aventurado que la vacuna, que ya se produce en varias fábricas de Vietnam, se exportará en los próximos meses a los mercados de Europa, Africa y el Sudeste de Asia.
Según los expertos, las autoridades de Estados Unidos pondrán muchas trabas a la entrada de Artekin en el mercado nacional y podrían exigir la producción del fármaco por sus propias compañías farmacéuticas. El interés de China en el tratamiento de la malaria comenzó en la Guerra de Vietnam (1967), cuando el primer ministro chino, Zhou Enlai, ordenó el lanzamiento de un proyecto de desarrollo de una vacuna efectiva.
Según las estadísticas de la OMS, organismo para el que el combate de la malaria se ha convertido en una de sus prioridades, 300 personas contraen la malaria anualmente.
Li ya ha comenzado a comercializar la vacuna en los hospitales públicos a 1,20 dólares, un tercio del precio medio de este tipo de fármacos en el resto del mundo, informó el diario "South China Morning Post". La OMS envió el pasado año a dos equipos de seguimiento a la factoría de Guangzhou que se encarga de la producción de la vacuna, y en ambos casos los informes ratificaron la eficacia de Artekin en el tratamiento de la malaria.
No obstante, Janis Lazdins-Helds, científico del programa de investigación de enfermedades tropicales de la OMS, aseguró recientemente que antes de incluir la vacuna en la Lista Modelo de Medicinas Esenciales, es necesario definir con claridad sus cualidades terapéuticas. Los científicos presentes en el Simposio de Malaria del Mekong celebrado en Camboya en diciembre pasado revelaron que los primeros exámenes mostraban que Artekin erradicaba la malaria en un 95 por ciento de los casos. Artekin se compone de piperaquina y dihydroartemisina, este último elemento derivado de la artemisina, combinado químico que se extrae de unas plantas tropicales que crecen en la montaña de Wuling, ubicada en las inmediaciones de la ciudad de Chongqing (suroeste).
El Gobierno chino ha puesto grandes esperanzas en este fármaco ya que, de tener éxito, podría romper el monopolio de las empresas farmacéuticas norteamericanas en el mercado mundial de las vacunas contra la malaria. Artekin recibió en enero de este año la licencia de exportación de manos de la Administración de Medicinas Tradicionales del Estado, con el objetivo de incrementar la porción de mercado de las compañías chinas, que en la actualidad no supera el uno por ciento. El profesor Li ha aventurado que la vacuna, que ya se produce en varias fábricas de Vietnam, se exportará en los próximos meses a los mercados de Europa, Africa y el Sudeste de Asia.
Según los expertos, las autoridades de Estados Unidos pondrán muchas trabas a la entrada de Artekin en el mercado nacional y podrían exigir la producción del fármaco por sus propias compañías farmacéuticas. El interés de China en el tratamiento de la malaria comenzó en la Guerra de Vietnam (1967), cuando el primer ministro chino, Zhou Enlai, ordenó el lanzamiento de un proyecto de desarrollo de una vacuna efectiva.
Según las estadísticas de la OMS, organismo para el que el combate de la malaria se ha convertido en una de sus prioridades, 300 personas contraen la malaria anualmente.