
La desaparición de María Matilde Muñoz Cazorla tiene en vilo a sus familiares y amigos. La española —de 72 años y natural de Ferrol— fue vista por última vez el pasado 1 de julio en la isla indonesia de Lombok, a la que había llegado unos días antes y en la que pasaba largas temporadas cada año. Se había convertido en uno de los lugares favoritos del mundo de la mujer, azafata de vuelo jubilada y afincada en Mallorca, que vivía buena parte del año viajando por Asia.
En Lombok, Mati —como la llaman sus allegados— alquiló una habitación en el hotel Bumi Aditya, en la zona de Senggigi. La tenía reservada hasta el 20 de julio. De hecho, había pagado las tres semanas de alojamiento restantes por adelantado. Lo hizo justo el 1 de julio, el día en que desapareció, por transferencia bancaria. Aunque desde el establecimiento aseguran que pagó en efectivo y la vieron por última vez al día siguiente.
La versión mantenida por el hotel, plagada de contradicciones y mentiras, lleva a los seres queridos de Mati a pensar que su desaparición es fruto de la acción criminal. La aparición de las pertenencias de la mujer en un cubo de basura cercano al alojamiento —que adelantaba el diario ABC el pasado domingo— no han hecho más que acrecentar sus sospechas. Los empleados de Bumi Aditya encontraron su ropa, sandalias, libros, productos de aseo personal y la mochila con la que viajaba.
La policía ha echado en falta tanto su pasaporte como su teléfono móvil y sus tarjetas de crédito. Se da la circunstancia de que estas últimas las había recibido en Lombok tan sólo 12 días antes de que se la viera por última vez, después de perderlas y solicitar unas nuevas. Los investigadores creen que este extremo podría tener que ver su desaparición, todo apunta que forzosa. De lo que los agentes están seguros es de que Mati no ha salido de la isla.
Mensajes extraños
Uno de los episodios extraños de la desaparición de Mati tiene que ver con la actividad de su móvil varios días después de que fuera vista por última vez. El día 6 de julio, se envían una serie de WhatsApp desde su teléfono. Supuestamente era la ferrolana avisando a una trabajadora del hotel en el que se alojaba —llamada Mala— de que había tenido que viajar de urgencia a Laos.
Estos mensajes llaman la atención por varios motivos. El primero es que el texto tiene errores gramaticales y faltas de ortografía que sus allegados consideran que no son propias de Mati. Por otra parte, nadie de su entorno tenía conocimiento de que ella tuviera intención o algún motivo para querer viajar a Laos.
Pero es que además durante esos días Mati no escribió ni llamó a nadie más, cuando ella estaba en permanente contacto con sus familiares y amigos desde Indonesia (o donde estuviera en cada momento). Ni siquiera habló con una amiga suya que estaba previsto que la visitara el 7 de julio en su hotel.
Según revela El Mundo, esta persona llegó al establecimiento y se encontró con que Mati no estaba, como habían acordado. Al preguntar por ella, una empleada la informa de que está en Laos y le enseña su conversación de WhatsApp como prueba. Así lo ha relato para el periódico Olga Marín Colange, que es amiga de ambas y quien da la voz de alarma.
"Todos nos extrañamos. ¿Cómo es que no contesta a nadie y le contesta a la chica del hotel?", señala. Piensan que alguien suplantó la identidad de Mati y envió esos mensajes de WhatsApp. Pasados los días, ante la ausencia de noticias de Mati y las cambiantes explicaciones del personal del hotel en el que se hospedaba, Olga denuncia su desaparición. Fue el 28 de julio.
Las mentiras de los empleados
El comportamiento de los empleados del hotel desde que se produjo la desaparición de Mati resulta indudablemente sospechoso. El entorno de Mati ha podido demostrar que han mentido a la policía descaradamente, empezando por el día en el que decían que vieron a la española por última vez (hasta hace nada mantenían que fue el 2 de julio).
También aseguraron que la habitación de Mati no tenía televisión, cuando los agentes la revisaron. Sin embargo, hay un video que ella misma envió a personas de su círculo más cercano en el que se ve claramente que sí había un aparato. Ahora se baraja la posibilidad de que se produjera un forcejeo en el bungalow y éste se rompiera.
Por último, los trabajadores del hotel afirmaron que uno de ellos se encargó de devolver la moto que Mati alquiló y quedó abandonada en la recepción del hotel tras su desaparición. Pero ABC habló con el establecimiento y el responsable del mismo —Antón, amigo de Mati— les contó que fue él quien se acercó a recogerla con una llave extra que guardaba.

