
El nombre de Joseph Naso, conocido en Estados Unidos como el "asesino del alfabeto", vuelve a la actualidad tras nuevas revelaciones recogidas en un documental que apuntan a que el número de víctimas podría ser mucho mayor del que se le atribuyó en los tribunales. Condenado a muerte en 2013 por el homicidio de cuatro mujeres, Naso habría reconocido en privado haber acabado con la vida de hasta 26 víctimas, según se recoge en el documental Death Row Confidential: Secrets of a Serial Killer, que la cadena Oxygen estrena el 13 de septiembre.
Una vida corriente con un pasado oscuro
Su historial criminal se remonta a la década de 1950, cuando ya documentaba en un diario más de un centenar de agresiones sexuales, muchas de ellas contra menores. Décadas después, entre 1977 y 1994, asesinó al menos a cuatro mujeres: Roxene Roggasch (18 años), Carmen Colón (22), Pamela Parsons (38) y Tracy Tafoya (31). Todas compartían la peculiaridad de tener nombre y apellido con la misma inicial, lo que llevó a la prensa a bautizarlo como el "asesino del alfabeto". Durante ese mismo periodo desapareció en Berkeley Lynn Ruth Connes, que había respondido a un anuncio de modelos; su bicicleta apareció encadenada cerca del puente Richmond-San Rafael, aunque el caso nunca llegó a resolverse.
En el registro de su domicilio se hallaron fotografías de lo que parecían ser mujeres muertas y una lista con diez descripciones de posibles víctimas. Según William Noguera, también se habría encontrado una colección de monedas con 26 "cabezas" de oro, que él interpreta como trofeos vinculados a otras tantas víctimas. En 2013 un jurado declaró culpable a Naso de cuatro asesinatos y lo condenó a la pena de muerte. Aunque también fue investigado por los llamados Alphabet Murders de tres niñas en Rochester (Nueva York), las pruebas de ADN lo descartaron como sospechoso. Pese a todo, Naso ha seguido negando su responsabilidad en entrevistas, incluida una exclusiva con la cadena KGO.
Confesiones en San Quentin
Ya en el corredor de la muerte de la prisión de San Quentin, Naso entabló una relación inusual con William Noguera, otro recluso condenado en 1983 e integrado en un programa de apoyo a internos ancianos. "Es culpable de más de lo que nadie sabe. Me lo contó todo, y yo lo escribí todo", afirma Noguera en el documental. Cuando él le mencionó la famosa lista de diez, Naso —siempre según su relato— se rió: "Lo entendieron todo mal. Sí, maté a esas mujeres, pero esas no eran mis diez principales".
Para reforzar sus afirmaciones, Noguera elaboró un dossier de 300 páginas con pistas, ubicaciones y confesiones parciales, y logró que Naso redactara por escrito parte de su confesión tras prometerle la posibilidad de un traslado para estar más cerca de sus hijos. En ese escrito, Naso relataba cómo atrajo a una mujer con un anuncio de modelos, la llevó a su casa, la asesinó y arrojó el cuerpo bajo el puente Richmond-San Rafael, una descripción que encaja con la desaparición de Lynn Ruth Connes.
La investigación reabierta
El material fue entregado al exagente del FBI Ken Mains, que asumió la investigación de forma voluntaria. "Nuestras dos mentes, la de un policía y la de un convicto, trabajando juntas. Sé que puedo resolver asesinatos sin resolver. Vamos a por ellos", sostiene Mains, que junto a Noguera ha vinculado a Naso con varios casos sin resolver y ha empezado a dar posibles respuestas a familias que llevaban décadas esperando noticias.
Las revelaciones recogidas en Death Row Confidential han llevado a autoridades de California y al FBI a reexaminar expedientes olvidados, con la esperanza —dice Noguera— de aportar a las familias el cierre que nunca tuvieron. "Ahora saben lo que realmente le ocurrió. Ese ha sido mi objetivo todo el tiempo, dar a la familia de la víctima ese cierre, esa conclusión", concluye.

