
Summer McKesson, una mujer de Carolina del Norte de 43 años, descubrió a través de una prueba de ADN que fue concebida con el esperma del especialista en fertilidad del Hospital Universitario de Duke que atendió a su madre, el doctor Charles Peete.
Durante años, McKesson padeció problemas graves de salud: dificultades respiratorias, coágulos recurrentes en corazón y pulmones, e incluso una operación a corazón abierto de urgencia en 2022. Ni siquiera los expertos de la prestigiosa Clínica Mayo supieron en un principio qué le ocurría. "Al escuchar que ni siquiera ellos habían visto algo así antes, regresé a casa completamente devastada", relató a CNN entre lágrimas.
Fue su cirujano quien, durante aquella intervención, observó un tejido conectivo anómalo y sugirió que podía tratarse del síndrome de Marfan, una enfermedad genética que compromete la estructura de los órganos y aumenta el riesgo de complicaciones cardiovasculares. El diagnóstico fue confirmado poco después por un genetista.
El hallazgo sorprendió a McKesson porque, según sus recuerdos, nadie en su familia había padecido nada parecido. Animada por la duda y la recomendación de los médicos, recurrió al servicio de análisis de ADN '23andMe' en busca de alguna pista.
Hay más casos
Cuando recibió los resultados en octubre de 2023, lo primero que encontró fue un listado inesperado: siete hermanos. "Recuerdo que estaba en shock y mi mente daba vueltas. Pensaba: '¿Cómo es posible? ¿Mi padre tenía otra familia o algo así?'", recordó. Fue uno de esos nuevos familiares quien, de forma enigmática, le sugirió que preguntase a sus padres si habían acudido al doctor Peete. La revelación posterior fue devastadora: ella era hija biológica del ginecólogo que había tratado a su madre.
No fue la única. Laurie Kruppa, otra paciente de Peete en los años ochenta, explicó que había recurrido a la inseminación artificial porque su marido se había sometido a una vasectomía. Asegura que en Duke les dijeron que el esperma procedería de jóvenes residentes de la Facultad de Medicina. Décadas más tarde descubrió que sus tres hijos eran en realidad del propio médico. "Me alegré mucho de que fueran todos verdaderos hermanos", confesó sobre su reacción inicial. Pero esa aparente satisfacción se transformó rápidamente en rabia: "Cuando lo pensé, me molestó mucho más la ética de la situación. Es como si tu padre te hubiera violado".
Otro de los hijos concebidos por Peete, Jim Harris, relató cómo descubrió la verdad poco después de la muerte de su padre legal. Criado como hijo único, supo a través de '23andMe' que tenía varios medio hermanos y acabó confirmando que su madre había sido paciente de Peete.
El perfil del doctor Peete
Charles Henry Peete Jr. murió en 2013 a los 89 años. Según su obituario, fue un médico formado en Harvard, respetado por colegas y alumnos. Su antiguo residente, el doctor Ken Fortier, lo describió como "un cirujano excelente, muy tranquilo y sereno". Sin embargo, al conocer los hechos confesó su estupefacción: "La idea de usar su propio esperma me sorprendió".
El caso encaja en lo que los expertos denominan fraude de fertilidad, un engaño en el que el médico manipula el origen del esperma o los óvulos utilizados sin conocimiento ni consentimiento de la paciente.
Según recordó a CNN el bioeticista Robert Klitzman, de la Universidad de Columbia, incluso en los años setenta "el estándar debería haber sido informar a las personas de dónde procedía el esperma". En Estados Unidos, 14 estados ya han aprobado leyes contra este tipo de prácticas. Carolina del Norte, sin embargo, sigue sin contar con una norma específica.
La respuesta de la Universidad de Duke
La Universidad de Duke, consultada tanto por People como por CNN, ha admitido lo ocurrido: "Hemos tenido conocimiento de acciones inaceptables por parte de una persona en nuestro programa durante los inicios de la atención de fertilidad, a finales de los años setenta y principios de los ochenta", indicó en un comunicado. "Estas acciones no podrían ocurrir hoy y nunca debieron haber ocurrido". La institución asegura haber reforzado la enseñanza en ética médica e incluso haber ofrecido un curso específico sobre fraude de fertilidad.
Hoy, McKesson continúa lidiando con las secuelas de su enfermedad genética. Necesita vigilancia constante y sabe que en el futuro afrontará nuevas operaciones. Pero lo más duro, asegura, ha sido asumir la verdad sobre su origen: "En última instancia, lo más difícil de procesar fue darme cuenta de que yo era el producto de un crimen, que era el producto de una violación médica".

