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EDITORIAL

Míster X, referente electoral del PSOE

Si los socialistas tuvieran un serio proyecto ideológico que exponer a su electorado, las dos momias del PSOE que llevaron al partido a las cotas más inmundas de desprestigio mientras ejercieron el poder estarían arrumbadas en el desván de la historia.

 

La entrada en campaña de Felipe González y Alfonso Guerra, a instancias de Rubalcaba, esmalta perfectamente el grado de desesperación de un PSOE que, en atención a los méritos contraídos durante esta última etapa de gobierno, se encuentra abocado a cosechar una derrota electoral sin precedentes en nuestra democracia.

Si los socialistas tuvieran un serio proyecto ideológico que exponer a su electorado, las dos momias del PSOE que llevaron al partido a las cotas más inmundas de desprestigio mientras ejercieron el poder estarían arrumbadas en el desván de la historia, por otra parte nada ejemplar, del Partido Socialista Obrero Español (sic). González y Guerra, campeones del paro, la corrupción y el crimen de estado, han vuelto para echar una mano a su antiguo escudero ante la debacle más que previsible del partido que los tres contribuyeron a envilecer hasta cotas desconocidas en un país democrático, y ello a pesar del desprecio mutuo que todos ellos se profesan entre sí.

Ver a Míster X en un mitin sacar a relucir de nuevo sus viejos demonios, atacando a los periodistas que denunciaron sus desmanes, sólo puede producir a estas alturas un sentimiento de conmiseración una vez superado el asco que el personaje provoca en cualquiera con un mínimo respeto por la democracia. Alfonso Guerra, por su parte, vuelve para ejercer de bufón ocasional, papel en el que voluntariamente se ha encasillado, como gran aportación de este supuesto intelectual al debate de ideas que debe regir una campaña electoral medianamente seria.

Mas nada importa ya para un partido socialista que vuelve a acreditar su incapacidad para actuar como un agente político más en defensa de unas ideas determinadas. Lejos de ello, el PSOE ha sido siempre una maquinaria demagógica cuyo único fin ha sido alcanzar el poder, por más que una voluntariosa prensa amiga intente mostrar ahora desesperadamente lo contrario.

Rubalcaba ha sido claro en su eslogan. No quiere ideas, sino "pelea". Bajo esas coordenadas, forzoso es reconocer que el dúo sevillano de la bencina ha sido una elección muy adecuada. 

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