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Katy Mikhailova

La derrota de lo políticamente correcto

Sin ánimos de entrar en política, hay que subrayar lo poco adecuado de la moda de la política de estas elecciones.

Sin ánimos de entrar en política, hay que subrayar lo poco adecuado de la moda de la política de estas elecciones.
Trump y Clinton | EFE

Con la resaca de las elecciones norteamericanas, toca pararse a analizar lo que el discurso no verbal dice del que es el presidentes de los EE. UU. y de la que iba para presidir el país. Sin ánimos de entrar en política, que para eso están ya mis compañeros, he de señalar lo poco que me ha gustado la moda de la política de estas elecciones.

Y es que Donald Trump optó, una vez más, por americana desabrochada y un corbata roja extra-larga que, si bien escogía el mismo color de siempre, no dejaba de desentonar la largura de esta prenda que sobrepasaba el cinturón. Para mí un error, ya que una corbata no debe sobrepasar la hebilla del cinturón.

No podemos negar, sin embargo, el atractivo de la Primera Dama de los EE. UU., cuyo traje blanco, sin embargo, lo vería más apropiado para recoger un Grammy que para una comparecencia ante medios en la noche de la celebración de la victoria.

Mientras tanto, Hillary Clinton no daba la cara y evitaba reconocer su derrota. Por mucho que hubiera contratado en los últimos meses a la asesora de Michelle Obama, Kristina Schake, su deseo de "suavizar" a la par que "feminizar" su apariencia no ha resultado ser lo suficientemente relevante para ganar estas elecciones. Y a pesar de haber conseguido acabar con la sobriedad que siempre ha caracterizado a la que fue en su día Primera Dama -esos trajes color negro tan conservadores y aburridos…-, el objetivo de Hillary era precisamente romper con esta imagen de su pasado. Perlas, tacón de aguja y labial rojo fueron los tres pilares fundamentales en el proyecto Schake para feminizar a la candidata, a la vez que embellecerla.

No hemos de olvidar los 3 trajes de chaqueta y pantalón, total look de Ralph Lauren, en colores diferentes, que eligió para los debates presidenciales, siendo el último en color blanco; claro guiño a las sufragistas del s. XIX., además de que el blanco es un color que transmite optimismo y esperanza, y representa la pureza. Los dos primeros, por contra, eran de color rojo y azul oscuro.

Casualidades o causalidades, no debemos enterrar el pasado de Ralph Lauren de origen judío, quien fue un humilde texano que llegó a los EE. UU. y se quedó maravillado por la burguesía que practicaba polo, decidiendo crear una firma específica. Posible razón por la cual Hillary "comparta" los valores del empresario.

Yo no sé ustedes, pero sería estúpido afirmar que la imagen de ambos candidatos en la campaña fuera decisiva; pero, si bien es cierto que los errores de Donald Trump no eran lo suficientemente graves como para perder votos, los no-aciertos de Hillary Clinton resultaron más decisivos. A mi gusto me faltó ver mayor femineidad en la candidata demócrata y esperaba un cambio más radical, algo que no se limitara a un sutil pintalabios o 5 centímetros más en el tacón. Ese casposo peinado de Hillary podrían haberlo modernizado, dotándole de más volumen y rejuveneciéndola ligeramente. Pero creo que, ni con estos cambios, habría conseguido muchos más votos.

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