Desde hace cuatro años, todo el mundo se ha rendido ante el juego de la selección española. Su facilidad y rapidez para la combinación, su fluidez, su profundidad –disminuida, eso sí, en esta Eurocopa– y su capacidad de definición han enamorado a todos. Y con ello llegaron los títulos, a un paso ahora de un triplete que nunca nadie ha logrado.
Sin embargo, hay un detalle que se ha pasado por alto y que ha resultado crucial para alcanzar los éxitos. La defensa de España. O, mejor dicho, el trabajo defensivo de la selección española. Porque trabajan todos al unísono, desde el delantero de turno, el primero que inicia una presión asfixiante, a Iker Casillas, el último escollo que se encuentran los rivales. Y qué escollo.
Sólo de ese modo se puede lograr el increíble registro de España: ningún tanto encajado en los nueve enfrentamientos directos desde la Eurocopa de 2008. Es decir, dejando de lado las fases de clasificación y de grupos, a la selección española nadie le mete un gol desde que comienzan las rondas eliminatorias, octavos de final en el Mundial y cuartos de final en la Eurocopa.
Todo comenzó en el 2006, cuando Francia nos echó del Mundial de Alemania con tres tantos, obra de Ribery, Vieira y Zidane, que remontaron el inicial de Villa. A partir de ahí, nada. En 2008, bajo las órdenes de Luis Aragonés, Italia fue el rival en los cuartos de final: 0-0, y España pasa por penaltis. En la semifinal llegaba la sorprendente Rusia, pero no hubo nada que hacer: 3-0, en uno de los mejores encuentros de la selección en mucho tiempo. Y en la final, lo que todos recuerdan, el gol de Torres y el 1-0 ante Alemania.
La estrategia continuó, e incluso se perfeccionó, durante el Mundial de Sudáfrica. A partir de octavos de final, todo fueron 1-0. Los cuatro partidos. El primero de ellos, ante Portugal, con gol de Villa; Paraguay fue el siguiente gracias a otro tanto del delantero asturiano; en la semifinal ante Alemania fue un testarazo de Puyol; y en la final, por supuesto, don Andrés Iniesta.
En esta Eurocopa, el camino está siendo el mismo. Después de encajar un solo tanto, el de Di Natale, en la fase de grupos, la puerta se ha vuelto a cerrar a partir de cuartos. Ante Francia, dos a cero, y ninguna oportunidad de gol para los bleus; y ante Portugal, 0-0 y el pase a los penaltis.
En definitiva, nueve encuentros en cuatro años, 10 goles a favor, y ninguno en contra. Sin duda, unos números abrumadores, que asustan a cualquiera. Seguro que Italia lo tiene presente.