
Resulta inimaginable que la respuesta a aquella famosa pregunta de Algunos hombres buenos ("¿Ordenó usted el código rojo?") hubiera sido un cínico "…eso ahora no importa". Pero Álvaro García Ortiz, fiscal general imputado, ni es coronel de los Marines ni, menos todavía, Jack Nicholson. Claro que ordenó el código rojo, y sin resquicio de buenas intenciones. Se lo están demostrando en el Tribunal Supremo.
-Álvaro, ¿lo has filtrado tú?
-Eso ahora no importa…
La pregunta, referida al correo privado entre un abogado y un fiscal, no la hace un imberbe Tom Cruise sino la fiscal superior de Madrid Almudena Lastra, y no es un mensaje de móvil sino una conversación telefónica real y literal relatada por ella misma, como testigo y en el Tribunal Supremo. O sea, más sólido imposible.
El estropicio del jefe no lo van a pagar los subordinados por mucha jerarquía que rija en el cuerpo. La fiscal relató al juez Ángel Hurtado lo que se intuía: una filtración de libro y, por cierto, bastante torpe. Según fuentes citadas por Miguel Ángel Pérez en este diario:
"Las informaciones de los medios tenían datos que no tenía la defensa de Alberto González Amador, ni el Decanato de Madrid. Sólo pudo filtrarlos la Fiscalía".
Por si faltaban indicios, declaró también el fiscal Julián Salto, al que sacaron de un Atleti-Inter tras varias llamadas porque el Imputado General había olido sangre y quería beberla esa misma noche, sin esperas.
Empataba a 1 el Atleti con un gol de Griezman ('35) cuando recibió dos llamadas telefónicas separadas por apenas 4 minutos de la fiscal jefe provincial de Madrid Pilar Rodríguez, pupila del exministro de Justicia socialista Mariano Fernández Bermejo, también fiscal de carrera y "de izquierdas" confeso. La segunda de las llamadas fue expeditiva:
"¡El fiscal general del Estado no puede esperar, lo necesita saber ya y conocer el contenido de los correos!".
Previamente Salto ya había hablado con la fiscal Almudena Lastra, que no consideró necesario sacar a su colega del Metropolitano y que terminó preguntando, entre sorprendida e indignada, al gran jefe si había ordenado el código rojo.
Julián Salto era el encargado del caso del novio de Isabel Díaz Ayuso y se sabía de sobra la negociación con Hacienda, una más. De hecho, si a ese ciudadano no le uniera relación alguna con la presidente madrileña, nada habría sucedido y el fiscal habría seguido viendo el partido completo que llegó a prórroga y necesitó penaltis dando el pase a cuartos de la Champions a los colchoneros.
Pero la cacería tenía que ser esa noche y ya se había desatado el frenesí que acabaría delatando al jefe de los fiscales. Cuando sus propios hechos empezaron a rodearle, llegando hasta el registro de su despacho, saltaron todas las alarmas en el Palacio de la Moncloa. Tanto es así que hasta le pusieron asesoría policial. Y no cualquiera.
El hilo protector empieza en el jefe de la Brigada Central de Seguridad Informática de la Policía, pasa por la jefa de la Unidad Central de Ciberdelincuencia, la misma que tuvo que gestionar la crisis del pinchazo al móvil de Sánchez con Pegasus, y acaba en la directora del departamento de Seguridad… de la Moncloa. Se ve que el asunto va más allá. Mucho más allá.
¿Qué nos ocultan?
Cuando la UCO encontró "cero mensajes" en el móvil incautado a Álvaro García Ortiz, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, salió al patio del recreo y exigió a los fachas que pidieran perdón inmediatamente a su fiscal, pobre.
Pero no. Lo de borrar los mensajes no cuela y lo del móvil nuevo tampoco. No existe protocolo de borrado, ni por seguridad, ni por excusa alguna. El fiscal Salto no habla a humo de pajas: es delegado digital de la Fiscalía madrileña. No hay eufemismo posible para la destrucción de pruebas. Es otro delito. La fantasía del martillazo de la Gürtel se esfumó. El patio del recreo espera al presidente, por si tuviera algo que decir.
Que el fiscal general del Estado asuma de forma tan clara la comisión de un delito no puede deberse a una mera cuestión de lealtad ni a una simple torpeza táctica. Ese teléfono guarda secretos que no podían ver la luz de ninguna manera y que, seguramente, nada tienen que ver con el caso del novio de Ayuso. Quizá conversaciones sinceras y explícitas con ministros o con "El Uno" en persona. Quizá encargos inconfesables de esos de "a ver si me encuentras algo" de fulano o de mengano, ya sea juez, periodista o familiar, y le metemos un buen paquete. Quizá asuntos relacionados con el golpe de Cataluña. O cosas peores. Lo dijo él mismo: "Si yo quisiera hacer daño a un determinado espectro político tengo información de sobra". Y si no, está visto que sabe pedirla.
Tenemos derecho a imaginar y la obligación de no olvidar, por ejemplo, que el móvil del presidente del Gobierno fue espiado y descargado como si fuera el de Víctor de Aldama: a conciencia. A partir de ese momento todo han sido cesiones a Marruecos, desde el Sáhara Occidental hasta el control de la frontera con Melilla. Sin olvidar algunas vacaciones "estrictamente privadas" de la familia monclovita al completo, en agosto de 2023, "costeadas íntegramente con recursos propios", según nos contaron. No había precedente de unas vacaciones presidenciales veraniegas al extranjero. Ni siquiera lo comunicaron. Y el olímpico Pegasus ya sobrevolaba públicamente nuestras cabezas.
Destino Moncloa
El magistrado del Tribunal Supremo Ángel Hurtado no se anda por las ramas:
"Con salida de la Fiscalía General del Estado (FGE) y destino Presidencia del Gobierno, circuló el mismo correo de 2 de febrero de 2024, y de ahí al medio de comunicación elplural.com"
Relata el juez el "trasiego" y los "momentos de urgencia y gran tensión" que se produjeron hasta que el fiscal general del Estado (imputado) consiguió que le llegara reenviado el correo de una comunicación entre el abogado de un ciudadano y un fiscal que llevaba el caso. Y destaca también el extraordinario interés de García Ortiz en confeccionar una nota de prensa que se hizo pasar por "nota informativa" de la Fiscalía. No hay duda:
"Es lo suficientemente indicativo de su papel relevante en la divulgación de una información reservada y confidencial que no debió divulgarse".
La carrera de Álvaro García Ortiz ya sólo puede terminar en alguna lista electoral del PSOE, si es que acaba bien con ese partido que tanto frecuenta las cunetas políticas. Quizá le brinden una salida en el despacho Balta&Lola, orgullosos padrinos del Inidóneo y asesores de NarcoSur, do moran los amigos Delcy y Nicolás, los sátrapas golpistas de Venezuela que protege nuestro gobierno.
Como Hurtado, la titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Badajoz, Beatriz Biedma, o el titular del Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid, Juan Carlos Peinado, tampoco han sucumbido de momento a las presiones. La Justicia es nuestra esperanza, que tampoco está mal. ¡Ay si se animara de veras la oposición y si la clase empresarial dejara de silbar al horizonte!
Begoña, la koldosfera al completo, el Inidóneo y el "querido hermanito" son la misma cosa. Todos los caminos del delito conducen a la Moncloa.
Ya es inevitable, por más que se quieran borrar de la historia como hacen con su memoria. El grupo es el grupo y siempre deja rastro.