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Abolir el dinero en metálico, ¿la siguiente política contra la crisis?

Destacados economistas coinciden en aplicar tipos de interés negativos para estimular el consumo y combatir la deflación. La última ocurrencia consiste en abolir el dinero en metálico (billetes) para implantar la divisa electrónica. Japón podría ser un marco ideal para el experimento.

Verano de 2007. Hace ahora casi dos años los móviles de los banqueros y principales ejecutivos del planeta comenzaron a echar humo. El impago en las conocidas hipotecas subprime se disparó hasta tal punto que a principios de agosto quiebran varios fondos de inversión en EEUU. En cuestión de horas el pánico financiero se transmitió como la pólvora, materializándose en fuertes caídas bursátiles y la congelación del mercado interbancario, en donde los bancos acuden para financiarse. Estalla la crisis crediticia.

Desde entonces, los acontecimientos se han ido sucediendo: quiebra de bancos, contracción del crédito, recesión, paro, caída de precios... Pese a que en un primer momento, las autoridades financieras y políticas se apresuraron a afirmar que la situación estaba bajo control y la entonces “crisis de liquidez” duraría apenas seis meses, la realidad ha sido tozuda. La “peor crisis económica desde los años 30”, según admiten ahora la mayoría de analistas, va camino de cumplir los dos años.

Antes del verano de 2007, casi nadie habría creído que en cuestión de meses, los bancos centrales inyectarían cientos de miles de millones de dólares a los granbes bancos del planeta; que estas mismas autoridades se convertirían prácticamente en el único prestamista del sistema financiero; que en un intento desesperado por reactivar el mercado crediticio, bajarían los tipos de interés a tasas muy próximas al 0%; que, siendo esto inútil, abogarían por “medidas no convencionales”, consistentes en comprar todo tipo de deuda (empresarial, bancaria y pública); que las grandes potencias económicas rescatarían e, incluso, nacionalizarían bancos y empresas...

Y, sin embargo, todo lo anterior ha acontecido. Pero la crisis continúa. Las medidas extraordinarias de la banca central no han funcionado. Ante esta situación, ya han surgido voces autorizadas que abogan por ir más allá.

La tómbola monetaria

Es el caso de Gregory Mankiw, prestigioso profesor de Harvard y autor de manuales sobradamente conocidos por los estudiantes de Económicas. El pasado abril, dicho académico abrazó una polémica propuesta, consistente en celebrar una especie de tómbola monetaria, eliminando dólares por sorteo para estimular el consumo. La idea, pese a ser surrealista, recibió el apoyo del Premio Nobel de Economía Paul Krugman. Ambos coinciden en la necesidad de aplicar un tipo de interés negativo con el fin de que los ciudadanos se desprendan de su dinero. Un efecto similar al que se produce cuando existe elevada inflación.

Krugman, el mismo que, en 2002, recomendó al entonces presidente de la Reserva Federal (FED), Alan Greenspan, crear una gran burbuja inmobiliaria para combatir la recesión económica que vivía EEUU tras el estallido de la burbuja de las puntocom.

El pasado mayo, Kenneth Rogoff, ex economista del Fondo Monetario Internacional (FMI), se sumó a estos dos académicos, al afirmar que crear una inflación elevada es la receta ideal para combatir la crisis, aliviar el pago de la deuda y animar el consumo. Desde entonces, un banco central, el de Suecia, ha puesto en marcha una medida inédita, consistente en aplicar un tipo de depósito negativo (-0,25%) para que los bancos se vean obligados a prestarse dinero en el interbancario.

Según éstos y otros destacados economistas que asesoran gobiernos y organismos financieros internacionales, las autoridades monetarias aún pueden ir más allá. En mayo, Willem Buiter, profesor de la London School of Economics y economista jefe del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (EBDR, en sus siglas en inglés) publicó un artículo en el Financial Times, en donde igualmente abogaba por aplicar tipos de interés negativos. La cuestión es, ¿cómo?

El profesor Buiter, asesor de gobiernos, bancos centrales e instituciones internacionales daba su particular receta: “abolir el dinero en metálico”, aplicar un impuesto al dinero en circulación, o bien crear una moneda paralela a la oficial. La aplicación de alguno de estos mecanismos sería como contar con un tipo de interés nominal negativo. Es decir, incentivaría el consumo por parte de los ciudadanos ya que, en caso de no desprenderse de su dinero, perderían poder adquisitivo. Buiter presentó estas medidas en mayo al Banco Central Europeo.

Japón, dos décadas perdidas

Tales propuestas no sólo son teóricas. A mediados de junio, el prestigioso diario británico The Times publicaba un artículo de su corresponsal en Asia bajo el título: Abolir el dinero metálico (cash) para combatir la deflación. ¿Podría Japón convertir en realidad la ciencia ficción?

Tras casi dos décadas perdidas, Japón sigue inmersa en una profunda crisis económica. El riesgo de deflación (caída generalizada de precios) sigue presente, y su economía permanece estancada desde comienzos de los años 90. Desde entonces, las autoridades niponas han tratado de combatir su particular depresión económica mediante medidas muy similares a las que se están aplicando en la actualidad: tipos de interés cercanos al 0%, rescates bancarios, emisión masiva de deuda pública y grandes inyecciones de liquidez. ¿Resultado? Nulo. La economía japonesa permanece inerte. No logra crecer.

Según The Times, Japón podría ser el escenario ideal para experimentar una nueva política monetaria: la supresión del dinero en efectivo. Una medida de “ciencia ficción”, según admite un miembro del Banco de Tokio-Mitsubishi. El rumor ha comenzado a extenderse por las elites económicas y políticas de Tokio, según el diario británico.

Las autoridades financieras, al igual que los economistas anteriormente citados, consideran que el tipo de interés ideal para evitar la espiral deflacionista debería situarse en el -4% -la FED estima el tipo ideal en el -5%-. Algo inédito, pero posible, si se aplican las recomendaciones de profesor Buiter. Esto es, eliminar el dinero en metálico, para pasar a operar únicamente con dinero electrónico.

Japón cuenta con una ventaja en este sentido. La población nipona está muy avanzada en esta materia: el uso de tarjetas de crédito y del móvil es muy habitual en las transacciones comerciales.

Varios diputados del Partido Democrático Liberal (en el Gobierno) consideran que la abolición del dinero en efectivo, aunque “políticamente radiactivo”, podría ser “técnicamente viable”. Richard Jerram, economista del Macquarie Bank, señaló a los inversores que dicha propuesta se podría llevar a la práctica gracias a la “amplia penetración del dinero electrónico y las tarjetas de crédito en Japón”.

De hecho, se contemplan las otras alternativas: establecer un impuesto al dinero físico, o crear una nueva moneda paralela al yen. Según Jerram, medidas radicales, pero a tener en cuenta para el caso de Japón.

Sin dinero en metálico, el banco central tendría vía libre para controlar la política monetaria a su gusto. Según Jerram, de este modo, el banco central podría “imponer tasas positivas o negativas sobre activos no físicos”, ya que se eliminaría el señoraje que conlleva la emisión de billetes. Un paso más allá del tipo de interés del 0% actual. Ver para creer.

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