Las negociaciones sobre la reforma laboral vuelven a paralizarse, como ocurrió durante el pasado verano, cuando la patronal CEOE se negó a dar su visto bueno a un paquete de parches elaborado por el Gobierno y los sindicatos para calmar a la opinión pública y convencer a los organismos internacionales de la capacidad de España para modificar el único reducto que queda de la legislación franquista en materia económica. España supera en rigidez laboral a países tercermundistas como Zimbabue o Ghana
El pasado julio, los empresarios rechazaron hasta tres veces los borradores de reforma que presentó el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, para salvar el denominado "diálogo social", concepto que no es nada más que un eufemismo para nombrar a una mesa de reuniones en la que CEOE, Cepyme, CCOO y UGT determinan el marco de las relaciones laborales en España. Ahora, como entonces, los empresarios se plantan, aunque hace tan sólo unas semanas la patronal estaba dispuesta a representar una función de teatro con sindicatos y Gobierno
Pero ¿qué ha ocurrido para que CEOE haya abandonado su posición servil hacia las intenciones del Ejecutivo? Los problemas de las empresas de Díaz Ferrán (el último protagonizado por Marsans) parecen estar detrás de este cambio de rumbo. Los miembros de la patronal están enfadados con la actitud de su presidente, que en lugar de representar al sector privado está mostrando un acercamiento peligroso hacia las intenciones del Gobierno.
No es la primera vez: Díaz Ferrán ha alabado al ministro de Industria, Miguel Sebastián, cuando le ayudó a salvar la crisis de Aerolíneas Argentinas; el ahora ministro de Fomento, José Blanco, hace unos meses le llamaba "querido Gerardo"; y tampoco hay que olvidar que, cuando empezó la crisis, el presidente de CEOE pidió "hacer un paréntesis" en la economía de mercado. No parece lo más adecuado si uno es el máximo representante del sector privado en España.
Por todo ello, los miembros de CEOE han dado un ultimátum a Díaz Ferrán: o defiende los intereses de las empresas o tendrá que abandonar la presidencia de la patronal. Y el dueño de Marsans y la quebrada Air Comet ha tomado buena nota: ahora se mantiene inamovible y pide más flexibilidad y menos costes laborales a través de medidas difícilmente digeribles para los sindicatos e incluso para el Gobierno, que quiere evitar una huelga general a toda costa y mantener lo que denomina como "paz social".
Fuentes empresariales han reconocido a Europa Press que la organización que preside Díaz Ferrán "ahora ya no tiene prisa por cerrar un acuerdo ni voluntad de firmar" cualquier cosa que se ponga sobre la mesa. CEOE quiere que se rebajen las cotizaciones sociales y que se acometa una reforma laboral "ambiciosa" que modifique la negociación colectiva, ligue los salarios a la productividad y reduzca los costes del despido, entre otras reformas. Es lo que piden también el FMI, la UE y el Banco de España y a lo que se oponen Gobierno y sindicatos, calificando estas reformas de "líneas rojas" que no se deben cruzar.
Aunque públicamente este enfrentamiento todavía no se ha hecho patente, hasta el presidente del Gobierno se ha dado cuenta de que las negociaciones se han encallado justo cuando el ministro Corbacho está de gira por EEUU en las reuniones de los responsables de Trabajo del G-20 para preparar la próxima Cumbre de junio en Toronto (Canadá). El presidente pide ahora "rebajar la expectativas" sobre la reforma.
Fuentes de la negociación admiten que los empresarios están mostrando ahora cierto "desinterés y ninguna urgencia" por cerrar acuerdos. Por lo tanto, es difícil que las negociaciones lleguen a buen puerto en mayo, como pretende CCOO. En su cambio de rumbo, Díaz Ferrán dice ahora que la propuesta del Gobierno es "ambigua" y "no concreta nada". Su principal objetivo es recuperar la legitimidad perdida entre los miembros de CEOE.