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Las empresas españolas pagan la cuarta factura eléctrica más cara de la UE

Los vaivenes del Gobierno en materia energética tienen consecuencias para las empresas, que pagan una tarifa de las más altas de la eurozona.

Uno de los pocos consensos entre los expertos es que la competitividad es una de las grandes asignaturas pendientes de las empresas españolas. La industria es un sector mucho más pequeño en España que en muchos de sus vecinos lo que se traduce en menos exportaciones, productos más caros y deslocalizaciones en la búsqueda de reducir los costes. Y la energía no ayuda a mejorar esta situación.

Las empresas españolas pagan una de las facturas eléctricas más caras de Europa. En concreto la cuarta más elevada, sólo superada por la vigente en Eslovaquia, Italia y Chipre. La media en la UE-27 es de 10,37 céntimos por kWh, mientras que en España la electricidad para uso industrial tiene un coste medio de 11,67 céntimos. Puede parecer una diferencia pequeña, pero si se piensa en el uso intensivo que hace la industria de la electricidad, es un sobrecoste que acaba penalizando a los productos españoles frente a sus competidores.

El Congreso aprobó el martes un nuevo cambio en la legislación que permitirá ampliar la vida útil de las centrales nucleares más allá de los 40 años hasta ahora admitidos. Es un nuevo bandazo de un Ejecutivo que ha pasado de criticar la energía nuclear y subvencionar a las renovables en una cantidad casi sin "parangón" (según expresión del propio José Luis Rodríguez Zapatero), a preocuparse por el encarecimiento de los costes energéticos. Estas modificaciones introducen inseguridad jurídica en el sector y no permiten a las empresas eléctricas planificar con tranquilidad de qué combustibles quieren obtener la energía para sus consumidores.

Precio de la electricidad para uso industrial (Fuente: Unesa)

En cuanto a las familias, la diferencia no es tan alta, pero también la factura eléctrica está por encima de la media de la eurozona (aunque ligeramente por debajo de la media de la UE-27). El problema es que en este caso es un precio artificialmente bajo, puesto que el sistema acumula desde hace años un déficit de tarifa por la diferencia entre los costes de generación y los pagados que en algún momento habrá que pagar a las eléctricas. El tarifazo del pasado enero, con una subida del 10%, es sólo un anticipo de lo que puede estar por venir en los próximos años.

La dependencia energética

Además, hay que tener en cuenta que España no sólo tiene un problema de costes eléctricos, sino también de disponibilidad de las materias primas. En 2010, la electricidad tuvo como primera fuente el gas natural (un 30%), seguido de las renovables y la nuclear (un 20% cada una), la hidroeléctrica (14%), el carbón (8,5%) y el petróleo (5,9%).

Producción eléctrica por tipo de combustible (Fuente: Unesa)

La nuclear, la hidroeléctrica y las renovables (también el carbón, aunque ésta tiene numerosas peculiaridades) son de producción 100% española y no dependen en exceso de los acontecimientos en el exterior. Las demás dependen de fuentes de abastecimiento en el extranjero, con todas las incertidumbres que eso implica.

Por ejemplo, el petróleo está siempre sujeto a una enorme variabilidad en sus precios, en función de diferentes acontecimientos geopolíticos (inestabilidad en los países árabes, pactos de los países productores, incremento de la demanda en los emergentes, etc...). El gas, por su parte, llega principalmente desde Argelia (un país que no es un ejemplo de estabilidad en los últimos días). Ésta fue una de las razones del impulso del Gobierno a las renovables, pero también es la justificación que se da ahora para el cambio de rumbo relacionado con la nuclear.

Además, está el tema de las subvenciones, puesto que casi todas los tipos de energía han recibido ayudas estatales antes o después (para la construcción de centrales, poner huertos solares o mantener la minería del carbón). Nadie parece pensar que quizás la solución sea dejar que sean las empresas y el mercado las que deciden cómo, cuánta y de qué forma se produce la electricidad en España. Mientras tanto, la factura sigue subiendo para las familias y la competitividad de su industria se resiente.

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