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Las renovables elevan en 3.300 millones de euros la factura eléctrica

Las energías renovables se desarrollan en España a golpe de talonario. El Gobierno da jugosas subvenciones con dinero que no es suyo, sino de los contribuyentes, lo que crea el déficit de la tarifa eléctrica. Hasta el diario El País critica esta política.

(Libertad Digital) La cuestión está de plena actualidad después de que el Gobierno haya decidido acabar con el déficit de la tarifa eléctrica, que ha sido creado por la política de ayudas públicas a energías que no son eficientes, especialmente este es el caso de la fotovoltaica (solar) y la biomasa y, en menor medida, en el caso de la eólica.

Así, los ciudadanos pagan dos veces. Primero abonan la factura correspondiente a la compañía eléctrica y, después, financian las subvenciones con el dinero de sus impuestos. El negocio es redondo para las empresas dedicadas a este sector –Acciona es la más beneficiada- y para el Gobierno, pero, como siempre, los que pierden son los contribuyentes.

Además, tal como avanzó LD, un informe de la Fundación de Ideas del ex ministro de Trabajo Jesús Caldera asegura que España podría satisfacer su consumo energético primario al 100% con energías renovables en 2050 con una inversión de medio billón de euros y, por ello, solicita el cierre de todas las centrales nucleares.

Este análisis carece de fundamento, como lo demuestra el hecho de que hasta el diario El País lo critique. En un extenso reportaje el diario cuestiona la apuesta de esta vía para generar energía a largo plazo con el título: ¿Demasiado renovables o demasiado caras?

Así, destaca que la mitad de la electricidad que se produce en España procede de fuentes que prácticamente no existían hace una década: molinos de viento, centrales que queman gas e instalaciones de cogeneración (producen calor y electricidad a la vez). Más aún: el pasado año, la quinta parte de la producción neta de electricidad (20,5%, de acuerdo con las cifras del Instituto de Diversificación y Ahorro Energético) fue limpia.

Como entre 1995 y 2008, en un país que carece de combustibles fósiles, la demanda eléctrica creció un 90%, el resultado puede calificarse de espectacular. Las energías renovables, y especialmente la energía eólica, están detrás de ese cambio que ha llamado incluso la atención de la nueva Administración estadounidense. Pero, ¿a qué precio se paga el éxito?

Las renovables costaron a todos los usuarios en 2008 más de 3.300 millones de euros en primas. Los datos de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) especifican que 1.144 millones fueron a la energía eólica, 968 millones a la solar, 716 millones a la cogeneración y el resto a la hidráulica, la biomasa y el tratamiento de residuos. Un reparto polémico.

La razón es que dos tecnologías, la eólica y la fotovoltaica, se llevan dos tercios. Pero una, la eólica, produce mucho más que la otra. En 2008, los molinos de viento (16.549 megavatios de potencia instalada) cubrieron aproximadamente el 11% de la demanda, con puntas de producción de hasta el 30% (11.200 megavatios, según datos de Red Eléctrica).

La energía solar fotovoltaica, con 3.120 megavatios de potencia instalada en 2008, seis veces más que en 2007, tiene como horizonte lejano alcanzar una producción del 1%.

La conclusión a la que ha llegado el Ministerio de Industria es que en determinadas tecnologías se ha creado una burbuja especulativa insostenible, con crecimientos de hasta el 450% anual como sucedió en el negocio fotovoltaico hace un año.

¿Tiene razón el Gobierno?, se pregunta El País, sólo en parte. Porque la mayor parte del déficit entre ingresos y gastos del sistema eléctrico (16.000 millones de euros) se debe a dos hechos que discurrieron en paralelo: mientras el precio del petróleo pasó de 20 a 147 dólares en cinco años (de 2003 a 2008), el recibo de la luz se rebajó un 26% de 2000 a 2004. Y desde entonces, creció al ritmo de la inflación.

Según un estudio realizado por Deloitte para la Asociación Empresarial Eólica (AEE) -en la que se integran los señores de los molinos, como Iberdrola o Endesa-, una vez hecha la cuenta de primas cobradas (950 millones), toneladas de gases de efecto invernadero no emitidas (20 millones), importaciones de petróleo no realizadas (500 millones de toneladas equivalentes de petróleo, tep) y exportaciones logradas (2.500 millones), el negocio se puede calificar de redondo.

Son datos más que interesantes para un país con un déficit comercial de 94.000 millones de euros (año 2008), de los cuales el 47% corresponde a importaciones de gas y de petróleo. Y más que importantes si se tiene en cuenta que España depende en un 80% del exterior para su abastecimiento de energía y es el país europeo que más se aleja del cumplimiento de los compromisos del Protocolo de Kioto.

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