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Alejandro Baer

Sobre el antisemitismo

El artículo "Aclarando algunos conceptos", con que Pio Moa responde a la carta en que expresaba mi desconcierto por encontrar a un colaborador antisemita en un diario liberal no aclara, sino que confunde, lo cual no hace otra cosa que confirmar mis sospechas. Me gustaría precisar algunos puntos que Moa ha esgrimido en su defensa y que han podido despistar a algún lector.
 
Simon Wiesenthal no equipara la expulsión de los judíos de España en el siglo XV con el Holocausto. Lo que sí dice es que fue un antecedente. Esto no es la opinión de un "fanático", como escribe Moa, sino una afirmación que puede encontrarse en libros serios de historia. Los Reyes Católicos fueron los precursores del totalitarismo moderno y los primeros en instituir oficialmente un antisemitismo racial – ya no religioso –, basado en la limpieza de sangre. En este sentido fue bastante más que un "deshaucio".
 
Moa también parece querer restarle importancia a la expulsión cuando arremete contra los historiadores que sostienen que la expulsión de los judíos acarreó un importante retraso para España. La tesis de estos establece que en el comercio, en la medicina y en el pensamiento, los judíos dejaron un vacío que la población católica española no pudo llenar  –lo  mismo que ocurrió con los moriscos en la agricultura. ¿Qué tiene esto que ver con racismo? Es simplemente una constatación.
 
En otro apartado de su respuesta, el señor Moa se permite escribir que yo debería estarle agradecido a Franco por su papel benéfico hacia los judíos durante la II Guerra Mundial. Pocos historiadores dudan ya que la famosa ayuda de Franco a los judíos es una leyenda construida por el régimen tras la contienda europea. Determinadas acciones de rescate de judíos por parte de diplomáticos españoles se produjeron a pesar de y no por la política de Franco y éste fue co-responsable, si bien su política no es equiparable a la de personajes como Pètain, del asesinato de judíos sefardíes de nacionalidad española de Francia y los Balcanes, que pudieron ser repatriados a España antes de su deportación a los campos de exterminio (véase los trabajos de Antonio Marquina o Bernd Rother). En definitiva, la ayuda de Franco a los judíos es un mito que Moa no solamente no cuestiona, sino que difunde. ¿Por qué? Porque este mito encaja en su concepción ideológica – exactamente lo mismo que él no deja de criticar de los historiadores pro-republicanos.
 
Por último, una aclaración sobre el revisionismo histórico. Poco tiene que ver éste con la meritoria crítica y la constante revisión a que está y debe estar sometida la historia. El revisionismo es una deplorable escuela de pseudo-historiadores (Robert Faurisson, Ernst Zündel y Arthur Butz, entre los más nefastos) que niega o rebaja las cifras de los asesinados en el Holocausto, diciendo que se trata de una patraña judía, y todo para propagar su ideario neo-nazi. Pio Moa, en otro terreno, procede de forma muy similar: tergiversa, omite, minimiza y mitifica. Todo para que la historia se acople a sus propios objetivos políticos.

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