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Amando de Miguel

El étimo ético

En varios idiomas europeos se emplea so o una voz parecida para la misma utilísima función de hacer que se detenga el animal. Parece clara la utilidad de una voz monosilábica.

Es de maravillarse la preocupación popular por el origen de las palabras. Casi todas las que pronunciamos en español proceden de unas pocas lenguas que son como las fuentes del gran río: latín, griego, árabe, hebreo, francés, inglés. Claro que, a su vez, esas lenguas tienen también sus orígenes. Así pues, la cuestión de los remotos orígenes de las palabras no tiene fin. Es como rastrear el origen de las especies animales hasta llegar a las bacterias primitivas pasando por los protozoos. A casi todo el mundo le impresiona el diorama que manifiesta la vida de nuestros antepasados de Atapuerca. ¿Cuándo empezarían a hablar y cuáles serían las primeras palabras? Lo más probable es que fueran voces de cariño, de insulto, de temor, de necesidad. Las emociones básicas no han debido de cambiar mucho con los milenios.

Agustín Fuentes vuelve a la carga sobre el étimo de arre, la voz generalizada para azuzar a las caballerías. Según su parecer se trata de una voz típica de los arrieros, emparentada con reata (= hilera de caballerías, la cuerda con que se unen). Empezarían gritando "reata" con algún zurriagazo sobre las ancas de las caballerías. De ahí se derivó arre, arrear y arriero. En efecto, reata viene del latín reaptare (= atar). Don Agustín recuerda que, en inglés americano, el lazo de los vaqueros es lariat, claramente una adaptación de "la reata". Todo eso está muy bien, pero tengo para mí que el origen de arre está en una voz natural que se emplea en distintas partes para acelerar el movimiento de los animales domésticos, los de tiro o los del rebaño. Es muy posible que la palabra perro proceda de esa misma familia de voces, por lo mismo que recua o rebaño.

Don Agustín se encuentra con la voz so, exclamación para que las caballerías se paren; desea saber su origen. Todavía es más incierto que el de arre. En varios idiomas europeos se emplea so o una voz parecida para la misma utilísima función de hacer que se detenga el animal. Parece clara la utilidad de una voz monosilábica.

Juan Ponce me recuerda que en las Ordenanza Militares de Carlos III se hablaba de "murcianos, gitanos y gentes de mal vivir". Se pregunta don Juan si en aquellos tiempos lo de murcianos equivalía a "ladrones". Resulta inverosímil que los autores de las Ordenanzas Militares se refirieran de esa forma tan despectiva a los murcianos como gentilicio. La alusión era a los cuatreros que murciaban o robaban ganados, una acción muy dañina para los Ejércitos. Murciar era una voz de germanía que no tenía nada que ver con Murcia y sí acaso con murciélago. He consultado el caso con un experto en temas militares, Jesús Martínez Paricio, y me comunica que lo de "murcianos" no aparece en las famosas Ordenanzas de Carlos III. Es de justicia reconocer el carácter de "leyenda urbana" que se ha urdido en torno a esa pretendida alusión.

Javier Velázquez Jerez (Cádiz) nos aclara que tantoalubiacomojudíatienen la misma raíz, la voz árabeyudiyaque da lugar a la hispanoárabeal lubiya. Muy interesante, pero sigo sin saber por qué para los árabes existía ese parentesco entre las alubias o judías y las raza judía. Me atrevo a fantasear que quizá proceda aquí una asociación tradicional entre la belleza fascinante de las mujeres hebreas y el carácter suculento de un plato de judías bien condimentadas. Cualquier cosa se puede esperar de un pueblo secularmente hambriento.

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