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Amando de Miguel

Hora de cierre

Los munícipes acuerdan que las tres de la mañana es una hora razonable para que cierren los bares de copas. Les parece natural. No lo es. Sobre todo porque no se acaba de inventar el bar completamente insonorizado. Si hay un bar abierto por la noche, es inevitable el ruido en la calle. Lo cual significa que el vecindario no puede dormir. El derecho a dormir debe prevalecer sobre el derecho a divertirse. No digamos si se trata de enfermos. Ni siquiera las fiestas populares deberían tener la facultad de apropiarse de la noche. Las horas nocturnas son escasas y son de todos. Cuándo lo entenderán los munícipes, ahora ediles. Por lo visto, les preocupan muchísimo los votos de los noctívagos. Pero son los menos.

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