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Amando de Miguel

Miscelánea

Me maravilla que algunos lectores de esta seccioncilla me sugieran la escritura de nuevos libros. Es la mejor demostración de que mis comentarios suponen un estímulo para el intelecto. Con ello me doy por satisfecho. José Bahón, antiguo vecino de Fuenterrabía, me sugiere que escriba un libro sobre el sistema político y económico de los Estados Unidos. El nudo de la cuestión sería averiguar cómo ha podido resistir a los embates de tantos intelectuales que han hecho todo lo posible por destruirlo. Realmente, he publicado un libro entero sobre algo parecido. Se llama El poder de la palabra. Me fascina la influencia que pueda tener la palabra escrita. La gran paradoja es que la ideología antinorteamericana ─la más extendida en el mundo actual─ es una creación de los Estados Unidos. Los cineastas españoles que encabezan la protesta contra los Estados Unidos son una creación de Hollywood. El imperio norteamericano no es tanto militar o industrial como cultural. Por eso me interesa aquí la palabra.
 
Recuerden mis agudos lectores la distinción entre errores y erratas. Jesús María Ruiz-Ayúcar, de Torrijos (Toledo), se alarma de que en una tercera de ABC, Carlos Seco Serrano, escriba reproducí. Es evidente que el eminente historiador quiso decir “reproduje”. Estamos ante una errata, no un error. Solo que ese tipo de erratas, si se repiten por escritores competentes, acaban siendo pequeñas mutaciones del idioma. Apuesto a que, dentro de una generación, se aceptará conducí mejor que “conduje” y por tanto reproducí y no “reproduje”.
 
A propósito de lo anterior. José de la Gándara, de Madrid, comenta con ironía el posible error que supone escribir “a por ellos”, como yo puse en un comentario anterior. Mi corresponsal me recuerda que la regla general sobre las dos preposiciones seguidas admite excepciones, por ejemplo: “en contra”, “de entre”, etc. Aun así, me pone un suspenso por el uso de ese malsonante “a por ellos”. No me arrepiento, ni es una errata. La expresión “a por ellos” es necesaria, conveniente y suena muy bien. Lo siento por la Gramática; ya cambiará. Yo soy de los que “van a por uvas”, no de los que “van por uvas”. En todo caso, serían expresiones distintas.
 
José Luis Martín Tordesillas es partidario del idioma vivo, con la ventanilla siempre abierta para las importaciones. Estoy de acuerdo, siempre que las importaciones no sean de matute. Don José Luis sugiere que la necesaria voz by-pass la traduzcamos por “puenteo”. No me hace muy feliz, puesto que puentear lo tenemos ya para otra cosa, para saltarse el orden jerárquico en alguna decisión o comunicación. Lo que no debe admitirse es pronunciar el by-pass como “bai péis”, según me dicen que hizo un concejal de Valencia. Se refería al by-pass de la autopista. Lo más sencillo sería escribir baipás, por lo mismo que decimos fútbol. Lo de “puenteo” sería tanto como llamar “balompié” al deporte rey; no cuajaría. Siempre es un misterio por qué se aceptan o se rechazan unos u otros neologismos o barbarismos.
 
Me escribe Alfredo Rodríguez Brondo, representante de la Comunidad virtual de los mexicanos residentes, estudiantes y turistas en España. Me pide la “autorización pertinente” para poder citar estos billetes míos, concretamente el referido a la polémica de México con equis o con jota. Ya es simpática la idea de la “comunidad virtual” que representa don Alfredo. Cite usted, buen hombre, lo que tenga por conveniente. En cuanto aparezcan mis opiniones por su pantalla, puede hacer usted lo que quiera con ellas. Para eso están. Se supone que se trata de un uso legítimo y no denigratorio. Pero me expongo a que mis opiniones sean enmendadas si lo merecen; para eso están también. Lo nuestro es una tertulia virtual.
 
León Zeldis Mandel, chileno y ahora israelí, me agradece la aclaración sobre el sentido original de la palabra gringo. Es una corrupción deliberada de “griego”. En el español tradicional “hablar en griego o gringo” o “hablar en chino” es tanto como emplear una lengua exótica que no se entiende. A si pues, no comulgo con la versión que da Miguel Serrano, doctor arquitecto de Barcelona, de que “gringo” es la adaptación de green-go. Desde México se veían a los soldados de los USA con sus uniformes verdes. En ese caso, según don Miguel, green-go o gringo sería una expresión de rechazo. Eso me recuerda que en España decimos “a buenas horas mangas verdes” para quejarnos de alguien que llega tarde. Se recuerdan los uniformes verdes de los cuadrilleros de la Santa Hermandad, la policía de los Reyes Católicos. Parece que muchas veces no llegaban a tiempo. Pero lo de las “mangas verdes” no vale para “gringo”. La prueba es que esa palabra se decía mucho antes de que existieran los Estados Unidos, los de México y los del otro lado del río Grande. El griego tiene una fonética muy cercana al español, pero se escribe con otro alfabeto. De ahí su carácter exótico, como el chino.
 
 

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