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Carlos Semprún Maura

Francia, KO (técnico)

Durante una de esas tertulias televisadas o radiofónicas que nos agobiaban y agobian en torno al conflicto irakí, y en las que regimientos de expertos, especialistas militares jubilados al haber perdido todas sus batallas, salvo la de sus pensiones, periodistas que pasaron 15 días de vacaciones en Madagascar y por ello se convierten en especialistas del Tercer Mundo, en medio de toda esa ralea, las declaraciones de un diputado de la mayoría UMP, me hicieron gracia. Estábamos durante la intervención militar, y ese señor dictaminaba que los norteamericanos no sabían combatir, y que incluso si intervenían militarmente en Francia para imponer sus aviones o su Coca Cola (sic) no había que asustarse, porque no sabían combatir, eran unos cobardes, y eso no sólo hoy, siempre, eran genéticamente cobardes. En la misma tertulia, jovenzuelos recién graduados de la Escuela Superior de Comercio, y por lo tanto, expertos militares, afirmaron que efectivamente los británicos combatían mejor, combatían casi tan bien como los franceses. ¡Los franceses!

Desde 1940, Francia ha perdido todas sus guerras, y en 1940, precisamente, por negarse a combatir, incluso contra los nazis. Luego hubo la racha de guerras coloniales y las perdieron todas. Puede que las virtudes militares no sean lo más importante de una nación, pero presumir de ellas cuando no existen es grotesco. Durante la Segunda Guerra Mundial, los norteamericanos combatieron solos contra el tremendo ejército japonés, en el Pacífico, y vencieron. Combatieron, a veces furiosamente, en Europa (Monte Casino, Ardenas, etcétera), y vencieron. Claro, se piensa en la guerra de Vietnam, pero su derrota fue esencialmente política. La actual intervención militar en Irak, intentando evitar al máximo las víctimas civiles y la muerte de sus propios soldados, no demuestra cobardía, sino inteligencia. Tampoco fue demasiado difícil, debido a la poca resistencia iraquí.

Sabido es que Chirac, Schröder y Putin estuvieron jugando al tute en San Petersburgo, no les quedaba otra cosa por hacer. Annan, invitado, no fue, por lo visto sólo le gusta el Poker. Pero cuando la administración norteamericana propone anular la gigantesca deuda exterior iraquí, para ayudar realmente a la reconstrucción del país, Francia se niega y se indigna. La “solidaridad con el pueblo iraquí” tiene sus limites. Es cierto que Irak tiene una deuda colosal con Francia, y esperan cobrársela con petróleo, pero si se anula la deuda, tendrán que comprar dicho petróleo, como todo quisqui, y de nada les habrá servido su “defensa de la paz”.

Desde que Raffarin declaró que “no había que equivocarse de enemigo” y, sobre todo, desde la victoria aliada, casi toda la clase política, y muchos medios, se declaran encantados de la derrota de la tremenda dictadura iraquí, derrota en la que tan activamente han participado, por lo visto. Esto es tan evidente que algunos, ahora muy minoritarios, se indignan: La posición de Francia y de su Presidente, era la justa, era una demostración de su grandeur, ya que defendía el derecho y la paz, la ONU y Total-Fina, y había dado un inmenso prestigio a Francia en el mundo entero, ¿cómo podéis echarlo todo por la borda tan rápidamente? La verdad es que Francia ha metido la pata, y no sabe como recuperarla.

En esta situación, desde luego tensa, ¿qué importancia puede tener el hecho de que Lionel Jospin siga plagiando a Miguel Hernández, con su “Me voy, me voy, pero me quedo”? Es más bien patético. Lo ha repetido en una larga entrevista radiofónica, ha jurado retirarse de la vida política definitivamente, pero, claro, si las masas exigen su sacrificio...

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