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EDITORIAL

Otro juez estrella estrellado

Parece evidente que Silva no está para dar lecciones respecto de lo que es un buen o mal proceder bancario. Ni para impartir Justicia.

No sabemos si el CGPJ suspenderá o expulsará de la carrera al juez Elpidio José Silva, contra quien mantiene abierto desde hace mucho tiempo un expediente por tres faltas, dos de ellas con consideración de muy graves: retraso injustificado en la tramitación de procedimientos, carencia de motivación de sus resoluciones y desconsideración hacia los funcionarios de su Juzgado. Lo que sabemos es que, con posterioridad a la apertura de estos expedientes y de que Miguel Blesa le recusara por "enemistad manifiesta", Silva no se apartó de la causa que tenía abierta contra el expresidente de Bankia, tal y como debía haber hecho hasta que la Audiencia de Madrid resolviera, sino que optó por abrir una pieza separada sobre la adquisición del City Nacional Bank de Florida mientras se apartaba de la causa de los créditos concedidos a Díaz Ferrán. Era evidente que el juez Silva debería haber esperado al desenlace de su recusación para tomar cualquier decisión relativa a Miguel Blesa, por cuanto las dos piezas trataban de un mismo asunto, que luego se desdobla y por el hecho de que la investigación en ambas afecta a la misma persona que le había recusado.

El juez Silva, sin embargo, decidió el pasado día 5 llamar a declarar a Blesa por el asunto de la adquisición del banco de Florida, tras lo cual decretó su prisión incondicional, sin importarle tampoco la inexistencia de riesgo de fuga que justificase una medida tan grave como es el encarcelamiento preventivo.

Este martes, la Audiencia Provincial de Madrid ha cuestionado de raíz el proceder de Silva al estimar la petición de nulidad planteada por la Fiscalía contra la pieza principal del caso Blesa, la concesión de un crédito de 26,6 millones de euros al expresidente de la CEOE, también imputado, cuando era consejero de la entidad.

De esta forma, los tres magistrados declaran nula no sólo la reapertura, decretada por Silva en junio y noviembre del pasado año, sino todas las actuaciones que se han derivado de la misma, incluyendo la ya mencionada causa de la compra del City National Bank, por la que envió a prisión incondicional a Blesa.

Tal y como argumentan los magistrados, la reapertura de una causa debe estar justificada por la aparición de nuevos datos que apunten a la existencia de un hecho delictivo, pero ni "la crisis en los Estados Unidos" ni la que desde 2010 padecen "los Estados de la Eurozona", ni tampoco "una gestión bancaria nefasta", argumentos que esgrimió Silva para reabrir la investigación, "pueden servir de base" para ello.

Ciertamente, "la desproporción y desconexión entre lo que es objeto del proceso y lo argumentado" por el juez, que es en "gran medida copia de la página web Wikipedia", es de tal naturaleza y magnitud, y constituye un proceder tan desacertado, que ha dado lugar a una causa en la que lo menos relevante es el hecho denunciado.

La falta de probidad de Silva ha sido, ciertamente, de tal envergadura que lo pertinente ahora no es tanto prever una inmediata puesta en libertad de Blesa, sino preguntarse si este juez estrella ingresará en el futuro en prisión por un delito de prevaricación.

Parece evidente que Silva no está para dar lecciones respecto de lo que es un buen o mal proceder bancario. Ni para impartir Justicia.

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